Como delegado del Rectorado de Santiago en la ciudad olívica, fue espectador de excepción del proceso de segregación por el que nació la Universidad de Vigo, en 1989. Luego, le tocaría coger el timón. El 19 de septiembre de hace 25 años tomaba posesión del cargo como su primer rector. Fueron cinco años que recuerda como unos inicios "muy duros" en los que tuvieron que sentar las bases organizativas y administrativas, mientras construían hasta ocho edificios, los llenaban de profesores y definían los planes de estudio para atender a un alumnado que se duplicó. Hoy, se muestra "muy contento con el esfuerzo realizado".

-¿Dónde está el origen de la decisión de conceder a Vigo su propia universidad, segregándola de Santiago?

-Fue una decisión cimentada porque había colectivos que demandaban la Universidad del sur de Galicia desde hacía tiempo, porque consideraban que había un desequilibrio para el estudiantado, que tenía que ir a Santiago a estudiar. Hicieron un estudio y pidieron corregir esas desigualdades y ampliar la oferta para satisfacer la demanda. Eran asociaciones de padres y culturales organizadas y potenciadas por el antiguo alcalde García Picher [Joaquín]. Era un caldo de cultivo que estaba latente, faltaba el empuje y se aprovechó la coyuntura en el 88.

-¿Cómo se acogió la decisión en Santiago? ¿No hubo reticencias y oposiciones?

-Fue un proceso delicado porque había distintas tendencias. Fernández González Laxe [presidente de la Xunta tripartita del 87 al 90], Carlos Pajares [ex rector de Santiago] y Aniceto Núñez [conselleiro de Educación] fueron los que lo hicieron posible. En marzo del 88, el equipo de Pajares hace un borrador en el que se estudia la reestructuración territorial de la universidad gallega. Había otros en contra. Se estudiaron tres posibilidades: el modelo descentralizado, potenciando los campus periféricos; crear nuevas universidades; o constituir una politécnica. En agosto del 88, Educación informó de que la Xunta iba a remitir al Parlamento una ley sobre la ordenación de las universidades. Se crea una comisión especial para estudiar las tres opciones y hay un claustro extraordinario, el 12 del diciembre del 88, una sesión histórica, en la que por 128 votos a favor y 14 en contra se ratifica el informe de la comisión, que descartaba crear la politécnica. La consellería tenía con esto una base de partida. La ley entra en el Parlamento en abril del 89 y en julio se aprueba el texto definitivo. El proceso duró casi año y medio.

-¿Por qué se optó por la segregación?

-Los motivos que dieron eran corregir los desequilibrios existentes y aprobar nuevas titulaciones por demanda social. En Santiago querían resolver otro problema. Estimaron que en 1996 habría 80.000 estudiantes. 'Señores, esto es una macrouniversidad. ¿Cómo podremos gobernar esto? Hay que dar una solución al problema'. Esa era la preocupación de Santiago.

-¿No hubo oposiciones a la descentralización?

-Hubo muchos vaivenes, porque fue un proceso largo. "¿Con 80.000 alumnos podremos gobernar esto?" El equipo de Pajares estaba por la segregación, a la Consellería le pareció correcto y a la Laxe también. Vigo llevaba la voz desde hacía años en esta reivindicación. A Coruña se incorpora al final del proceso.

-Hablan de reticencias por parte de Fraga.

-No lo sé. Eso lo dijo González Laxe en la toma de posesión. Fue difícil porque se tardó más de un año, pero el apoyo fue cada vez a más y se consiguió poner a todos de acuerdo. La prueba es que la ley se aprobó por unanimidad.

-¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento?

-Lo supe meses antes, en julio. Me llamaron el conselleiro y el rector de Santiago. Fue una satisfacción un orgullo participar en esto. Ser rector es el máximo grado académico que se puede alcanzar. Ya era delegado del rector de la Universidad de Santiago en Vigo. Asumía una responsabilidad mayor y sabía a lo que me enfrentaba.

-Pero ahora tenía libertad para diseñar la Universidad de Vigo.

-Sí, éramos más independientes, pero también teníamos más dificultades. Se creó prácticamente sin nada. Sin rectorado, sin servicios centrales, sin organismo administrativo... Mi problema era cómo pagar a final de mes. Tuve que hacer un convenio con Santiago para que nos gestionarán las nóminas. Había que construir edificios, atender el incremento del alumnado, crear los estatutos, el primer claustro... El equipo rectoral estuvimos tres años de local en local. Los primeros cuatro meses, en un apartamento del Gran Hotel. Luego, dos años en el ático del Cambón, hasta que el Concello nos cedió el edificio del antiguo gobierno militar, que reconstruimos para el Rectorado. En el 92. Durante tres años de local en local. Mi etapa fue atípica y muy dura por las dificultades del nacimiento. Nos hubiera gustado que, en vez de por decreto, se hubiera segregado en un proceso progresivo. Además, nace en un momento malo, porque había elecciones autonómicas en diciembre, que ganó Fraga, y también en el Rectorado, en abril del 90. Hay un cambio político y de aquellos que impulsaron la segregación desde el claustro. El nacimiento fue, en ese sentido, inestable.

-Pero, entonces, igual no hubiera nacido si no se hubiera hecho en ese momento.

-Claro, sin duda alguna. Se aprovechó el momento. Si se hubiera esperado un poco más, igual no teníamos Universidad.

-¿Qué idea académica tenían para la universidad?

-No elegimos las carreras; nos las dieron al nacer. Una comisión de titulaciones hizo el reparto, consensuado entre Santiago, A Coruña y Vigo. Se aprueba Ciencias del Mar, para resolver el segundo ciclo de las biológicas; Traducción e Interpretación, por las filologías; se pensó en Minas porque se quería una expansión tecnológica...

-¿Cree que Vigo salió bien parado en el reparto?

-Como siempre, todos queríamos más. Hubo un conflicto por Sociología, que se quedó A Coruña.

-¿Qué pasó con Medicina?

-La pedí en el 91 y la Xunta tardó más de un año en contestarme para decir que no.

-¿Sabe por qué dijeron que no?

-Supongo que por que la Universidad de Santiago se opondría

-¿No le dieron una explicación?

-"No es el momento adecuado" y cosas de esas. Tardaron y luego me despacharon con una frase corta. Habíamos hecho un estudio riguroso con el número de estudiantes. Ya sé que es una facultad cara... Luego la pidió A Coruña y supongo que fue un "ni para ti ni para mí".

-¿Es una pérdida importante?

-No sé ahora, pero en aquel momento lo era. Fue una frustración.

-¿Tuvo muchos conflictos con los políticos?

-No, pero siempre hay algunos. Lógico, porque los alcaldes quieren más cosas para su ciudad y con la Xunta, por los recursos. Son las fiebres que tienen que pasar al principio. Ahora hay más sensatez en todos los sentidos y cada uno sabe sus reglas de juego. Yo les decía que cada uno tenía que cumplir su papel. La Universidad para los universitarios y la política para los políticos.

-¿Cómo ha evolucionado la Universidad? ¿Según esperaba?

-Sí, está consolidada. Es una Universidad que cumple su misión, con creces. La ciudadanía la aprecia y tiene una buena idea de su esfuerzo y constancia. Podemos sentirnos orgullosos de su avance.

-¿Cómo la define en comparación con el resto de las gallegas?

-La veo muy bien en los rankings. Es un barómetro muy importante y está en una situación que nos agrada. En algún parámetro puede estar por debajo de la de Santiago, pero creo que supera en todos a la de A Coruña. Es puntera y su buque insignia es su mundo científico y tecnológico, con un gran despegue en estos campos.