La retirada de la Cruz de O Castro ordenada por el juez dividía ayer a multitud de vigueses y turistas que paseaban por el céntrico parque olívico. La mayoría de la gente de fuera de la ciudad desconocía su significado y se acercaban hacia ella como un mero reclamo en el que sacarse una fotografía. Otros, aunque no sabían de su historia (fue inaugurada por Franco en 1961 como homenaje a los caídos) sí que lo intuían. Todos los encuestados por FARO coincidieron en criticar su estado de abandono -está sucia y llena de pintadas- pese a tratarse de un enclave principal de Vigo. Pero sobre su futuro no había unanimidad y la mayoría reconocía no tenerlo claro del todo. Una parte coincidía en que sigue siendo un elemento "ofensivo y humillante", y otros, entre los que algunos admitían que podía "dañar sentimientos" de una parte de la población, defendían que se mantuviera en pie "como un elemento histórico". A medias se quedaban otra buena parte, que reconocía no importarle lo qué ocurriera con ella.

Entre los ciudadanos que abogaban por mantener la Cruz de O Castro y que el Concello recurra el fallo del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo 2 de Vigo que pide retirarla porque, entre otros motivos, subsisten en ella "elementos de enfrentamiento, ofensa y agravio", argumentaban que se debe conservar como un elemento de la historia. "Debe servir par aprender de los errores. La simbología se puede cambiar, pero no creo que eso se logre a base de tirar el patrimonio", comentaba el almeriense Diego Sogorb, de 44 años y que se confesaba "de izquierdas".

En el lado opuesto, aunque no del todo convencida, se manifestó, por ejemplo, la pareja canaria Antonio Quintana y María José García. "Es un tema complicado, porque al formar parte de la historia es difícil saber muy bien qué hacer. En este caso, la cruz no parece que tenga mucho valor arquitectónico, pero es evidente que su carga simbólica es grande y puede suponer una humillación. Al fin y al cabo su levantamiento fue para honrar a los vencedores franquistas. Por eso creemos que debería eliminarse. Nosotros, por ejemplo, vivíamos en la calle Falange Española en Gran Canaria y nos pareció correcto y muy bien que se le cambiara el nombre", apuntaban ambos.

Los sexagenarios Manuel Álvarez y Carmen Paratcha confesaban no importarles lo que ocurriera finalmente con la cruz, aunque sí matizaban que preferían que se quedara en su lugar. "Es evidente que representa algo muy malo de la historia, pero no creo que por desaparecer se vaya a solucionar nada. De hecho, creo que debe servir para aprender de lo que pasó. Eso sí, me parece muy bien que se le haya retirado el emblema de la Falange y las inscripciones que tenía. Con eso pensamos que fue suficiente", decían. Entre los vestigios que se eliminaron en 1981, cuando el pleno de la corporación le otorgó el valor de "homenaje a todos los muertos de la Guerra Civil", estaba la frase "Caídos por Dios y por España".

El vigués Senén Araújo, de 70 años, recordaba ayer como durante la dictadura y después se continuaban realizando allí ofrendas. "Me parece horroroso. Se vista como se vista, esta cruz va a simbolizar siempre la victoria de unos sobre otros. La historia ya está en los libros. Mi padre estuvo en el bando nacional y entiendo que la cruz moleste a los que estuvieron en el otro. Hay que quitarla. Además, es un adefesio en un sitio privilegiado de Vigo". considera este vigués.

Inversión

Tomás Montenegro cree que no se debe derribar. "Por eliminar la cruz, que ya forma parte de Vigo, no se van a curar más o menos heridas. Además, en este momento hay cosas más importantes en las que invertir el dinero", reflexionaba.

Entre los turistas que ayer estaban sacándose fotografías por la zona había un matrimonio de alemanes, T. Goelz, profesor de 44 años, y su mujer M. Scapinelli, junto a sus tres hijos. Ponían como ejemplo lo que ocurrió con algunos campos de concentración, reconvertidos en espacios para denunciar las atrocidades allí cometidas por los nazis. "La historia no se puede borrar, pero sí explicar, como se ha hecho en Alemania. Son elementos que porque se quiten no se van a olvidar. Lo que hay que hacer es apoyarse en ellos y reconvertirlos para recordar lo que sucedió, bueno o malo, y que sirva para que no vuelvan a cometerse los mismos errores", compartían. Otra pareja extranjera, de Oporto, Tiago y Celine, compartían esta visión. "Si se saca porque se considera que es fea, está abandonada o corre peligro de caerse, lo entenderíamos; pero si forma parte de la historia de España, no pienso que quitarla sea buena idea", señalaban.

La noticia provocó movimientos en la red, como en la web www.hazteori.org, donde se creo un grupo para recoger firmas para impedir el derribo de la cruz. A última hora de la tarde había 300.