Son herramientas que se acoplan a vehículos submarinos teleoperados, llamados ROVs (Remoted Operated Vehicle), para realizar labores en el fondo del mar: ya sea en plataformas petrolíferas, para recoger o limpiar algún fondo, para tareas de cableado submarino o también en capítulos de rescates de naufragios, cuando es necesario bajar al pecio hundido. Los mejores fabricantes de este tipo de instrumentos están en Estados Unidos, Reino Unido, Holanda o Noruega. No obstante, es en las características y en la mayor definición de los brazos articulados que se adhieren al robot en donde los vigueses han visto una oportunidad. "En principio se trata de crear algo que no existe, porque en el ámbito del titanio solo está trabajando Estados Unidos y sin la variedad que nosotros imaginamos para un robot de talla mediana", explica Cubeiro, director de ACSM, que indica que el reto, en última instancia, es comercializar los brazos, industrializarse y atender pedidos a la carta, según las necesidades de cada empresa.

"Trabajamos con robots y tenemos clientes de todo el mundo. Ahora, mediante este proyecto conjunto, queremos crear una gama completa de brazos hidráulicos de titanio de entre cuatro y siete funciones", apunta Cubeiro, que destaca el trabajo conjunto entre investigadores y empresas a través del programa de innovación Conecta Pemes. De momento, el nuevo brazo, con cinco funciones, está operando en el fondo del Adriático, dirigido desde un buque offshore. "Estamos contratados por una multinacional italiana para trabajar en esa zona. El robot Cougar es nuestro y queremos asegurarnos de que el brazo funciona a la perfección, por si hay que corregir alguna cosa, completando seis meses de tareas continuadas en el mar", concluye José Cubeiro.