"Se fue muy contento y estoy seguro de que volverá a Galicia". Y así fue. Tal y como predijo en una entrevista concedida el verano pasado a FARO por su anfitrión, el magnate ourensano afincado en México, Olegario Vázquez Raña, el hombre más rico del mundo, el también empresario mexicano aunque de origen libanés, Carlos Slim Helú, aterrizó ayer en Peinador para disfrutar de unos días de descanso en la mansión donde su buen amigo nació hace 78 años: Avión.

La lista de los hombres más acaudalados del planeta divulgada el pasado marzo por la revista Forbes confirmó el primer puesto para quien a estas horas se pasea por esa apacible localidad montañosa, de apenas 2.000 habitantes, sin guardaespaldas y codeándose con los paisanos. Y a más de 32 grados de temperatura, cuando seis horas antes, cuando despegó de México D.F. a bordo de su jet -un Gulfstream G550, valorado en 43 millones de euros- el termómetro se situaba en torno a los 22º.

Propietario de un holding empresarial encabezado por América Movil, según el "Top Ten 2014" de Forbes, Slim, de 78 años y una fortuna cuantificada en 80,1 billones de dólares, vuelve a superar al fundador de Microsoft, Bill Gates, de 58 años, con 79,5 billones. El creador de Inditex, Amancio Ortega, de 78 años y único español en este selecto grupo, repite un año más en el tercer puesto, con una fortuna valorada en 64,5 billones de dólares.

Decía en la mencionada entrevista Vázquez Raña, dueño del Grupo Empresarial Ángeles -la mayor corporación de clínicas privadas de Latinoamérica- que Avión era "el único lugar del mundo donde puedo estar tranquilo". Y parece que su todopoderoso invitado parece haberse contagiado del mismo sosiego. Como si en estas tierras gallegas ambos pudieran hacer lo que en su país resultaría impensable. Por eso las imágenes publicadas el año pasado por este periódico donde salían Slim y Vázquez Raña jugando una partida de dominó con los lugareños en un bar del pueblo, o asistiendo a la procesión de San Roque sorprendieron tanto en México como en el resto del mundo, donde sobre todo el primero sólo se dejar ver en eventos muy restringidos como la firma de importantes acuerdos comerciales. Y es que de Don Carlos se sabe más por lo que dice o se dice de él que por fotografiarse junto a fortunas de su mismo nivel. Como ocurrió hace unas semanas, cuando lanzó su receta para reducir el paro: "una semana laboral de sólo tres días, con once horas de trabajo cada jornada".

Por la envergadura de su cuenta corriente, los demás ven a ambos patrones mexicanos desde una distancia marcada más que en el trato por sus costosas propiedades. Nada nada más aterrizar en Peinador, Carlos Slim dejó estacionado su jet junto al de Raña -de similar porte e incluso mayor- para ponerse el volante del Rolls-Royce de su amigo, que le esperaba dentro. Bordearon la pista, sin parar de hablar, hasta abandonar el recinto aeroportuario rumbo a un restaurante. Así, sin prisas, llegaron por la tarde a la tranquila Avión.