Juicio por obligar a una joven a prostituirse 12 horas al día tras engañarla en Rumanía

Una pareja y el novio de la chica afrontan entre 12 y 15 años y el pago de 7.000 euros de indemnización

REDACCIÓN

Una joven que fue obligada a ejercer la prostitución 12 horas al día en un club de Vigo tras ser trasladada en autobús y bajo engaños desde Rumanía. Y tras ser vendida por 1.000 euros por su propio novio. El caso irá a juicio mañana en la Audiencia viguesa. Tres personas se sentarán en el banquillo acusadas por la Fiscalía de delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, prostitución coactiva y contra los derechos de los trabajadores. El novio de la víctima, Daniel E., de 27 años y nacionalidad rumana, se enfrenta a 12 años de cárcel y multa de 10.800 euros; la madrastra de este joven, Ionica B.R., de 54 años y natural de Rumanía aunque con nacionalidad española, afronta 15 años de prisión y sanción de 16.200 euros; y, finalmente, para el compañero sentimental de esta mujer, Juan Valentín P.C., de 73 años, se piden 12 años y medio de cárcel y multa de 13.500 euros. En concepto de responsabilidad civil, la fiscal pide que los tres acusados indemnicen a la víctima con 7.000 euros por daños morales. La joven sufre trastorno de estrés postraumático grave y padeció enfermedades de transmisión sexual de las que no fue tratada ni se restableció hasta que fue localizada por la Brigada de Extranjería.

Todo se remonta a julio de 2012, cuando Daniel conoció a la víctima, de 18 años, que vivía en Constanza (Rumanía) en la casa de sus padres, una familia numerosa, humilde y en situación de "especial vulnerabilidad y marginalidad", relata la fiscal. El acusado, que empezó a vivir con ella, le propuso viajar a España "bajo la excusa mendaz" de ayudar a su "madre" a limpiar el bar que regentaba en Vigo, ocultándole que en realidad iba a ejercer la prostitución en el club que Ionica y Juan Valentín, con domicilio en Redondela, tenían en la Herrería.

Tras un viaje de varios días en autobús a Vigo en agosto de ese año, la chica fue obligada a prostituirse en el local para pagar la deuda del viaje. De los 20 euros que el cliente pagaba por cada "pase", 5 eran para Ionica y 15 para Daniel. La fiscal relata que la víctima, que era controlada, tenía una jornada laboral de 12 horas diarias todos los días de la semana "y sin descanso alguno", añadiendo que la joven no tenía otra alternativa "que someterse al abuso dado su desconocimiento del idioma, su aislamiento y su gran vulnerabilidad y sugestionabilidad". En septiembre, Daniel vendió a la chica por 1.000 euros a Ionica. Esta mujer y su pareja continuaron obligando a la víctima a prostituirse, "ejerciendo el control necesario para evitar su fuga o su captación por otros proxenetas". Impidieron a la joven marcharse pese a que ésta lo pidió.

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