Donar para vencer la probabilidad
Roberto Simons se recupera de una leucemia con una tasa de supervivencia del 15% tras la "fortuna" de hallar un donante, ya que en su caso solo es compatible uno de cada seis millones

Roberto Simons, en su casa, con su inseparable gorro. // Jorge Santomé
El vigués Roberto Simons se siente "muy afortunado", tanto por contar con una familia que se ha volcado con él, como por el resultado de su urgente búsqueda de un donante de médula que le salvara la vida. En un diario, ha recogido sus vivencias durante los últimos cinco meses y medio, en los que la planta 10 del Xeral se convirtió en su casa, y se propone contar su historia para animar a la gente a convertirse en donantes.
La vida de este taxista de 50 años dio un vuelco en cuestión de días. A principios del pasado mes de noviembre acudió al médico por un supuesto catarro. A pesar de los antibióticos, pasaban los días y no le bajaba una fiebre que alcanzaba los 40º, así que acudió a Urgencias. Fue el especialista en Otorrinolaringología, al examinarle la garganta, el que se percató de que algo no iba bien y lo remitió rápidamente al hematólogo. Ya no salió del hospital. Empezaron entonces cinco meses y medio de ingreso que se propuso encarar desde el primer momento "con optimismo". La enfermedad no se lo puso fácil. El 14 de noviembre le avanzaron que se enfrentaba a una leucemia. Respondió bien a las primeras sesiones de quimioterapia, por lo que el pronóstico parecía favorable y los facultativos barajaban una tasa de supervivencia del 75-80%. Sin embargo, el resultado del estudio genético -que se realiza en Santiago- trajo malas noticias: Roberto padece una leucemia mieloide aguda sin maduración y de alto riesgo. Las probabilidades de superar este cáncer de sangre caían al 15% y se convertía en imprescindible y urgente un trasplante.
"No podía correr el riesgo ni de esperar tres meses", cuenta. El Chuvi hizo, en 2013, 32 autotrasplantes, 10 de no emparentados, 6 de familiares. En su caso, no valían células madre de otras zonas de su cuerpo, por lo que había que buscar un donante. La primera opción fueron sus dos hermanos. Los familiares solo resultan compatibles en uno de cada cuatro casos. No es el suyo. Sus hermanos son compatibles al 100% entre ellos, pero solo al 50% con Roberto. No eran sus donantes deseables, pero tampoco los descartaron ya que tenían poco tiempo para encontrar otro mejor en el banco mundial. Las estadísticas decían que solo uno de cada 6 millones valdría. Lo veían "muy complicado", pero encontraron dos: una de EEUU y otra de Alemania. La primera se echó para atrás en los últimos días; pero la segunda cumplió.
Cinco meses de aislamiento
Salvo 20 días, los cinco meses y medio que estuvo ingresado permanecía aislado en una habitación para no contraer infecciones por su débil sistema inmunológico. A ella, por protocolo, solo podía acceder al día uno de sus familiares, previamente esterilizado, durante 6 horas seguidas. "Es un poco duro para todos, pero lo llevamos bien", asegura y su hija destaca el optimismo e incluso el humor negro del que hacía gala su padre. Equiparon tecnológicamente la habitación (con televisor incluido) y solo podían introducir objetos precintados. Antes del trasplante le dieron una sesión de quimioterapia "muy agresiva", para matar su médula enferma y lo trasladaron a "un búnker". No se trata de una operación, sino de una simple "transfusión de células madre por vena". Estuvo quince días "muy débil" antes de empezar a generar sus propias células. Se deshace en palabras de elogio hacia los profesionales que lo atendieron.
Volvió a casa esta semana y ahora está en la fase en la que las células del donante se deben adaptara a los tejidos corporales del receptor. De 6 meses a un año deberá extremar los cuidados: toma unas 20 pastillas al día, no puede ingerir nada crudo o poco echo, no le puede dar el sol, debe llevar mascarilla si hay mucha gente... Tampoco puede besar a sus familiares y ha tenido que sacar de su piso a la mascota que adora y renunciar a su hobie de trabajar en la huerta. Pero es positivo: "Ya podré volver a hacerlo. Ahora estoy centrado en que me cuiden", se ríe. Cuando pasen cinco años sin recaídas, se considerará curado.
Con el relato de su caso, Roberto quiere concienciar a la ciudadanía de la necesidad y grandeza de hacerse donantes. Casualmente, él lo era desde hace 23 años.
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