Aquel teléfono que sonó a las siete de la mañana no podía traer una buena noticia. Descolgué con miedo, con ese sobresalto y esa incertidumbre de lo inesperado que dura unas décimas de segundo. Al otro lado sonó como un mazazo la voz quebrada, deshilachada por el dolor del amigo de tantos y actor gallego por excelencia Antonio Durán Morris Abrí la luz pasados unos segundos para comprobar si era un mal sueño pero allí estaba la llamada, marcada en la pantalla.

Imposible imaginar que ya no estaría con nosotros aquella que a algunos nos hacía desprender el amor hecho abrazos cada vez que la veíamos. Me imaginé el dolor que se iba a correr entre tanta gente cuando se desperezara el día y empezara a correr la noticia como un reguero de pólvora. Ella decía que tenía sus altos y sus bajos pero en la calle siempre la conocimos con su risa, su sonrisa, esos ojos coquetuelos, esa ironía inteligente que desplegaba entre los amigos. Horas después las redes ardían con su nombre. "Inteligente, dulce, cariñosa, positiva al menos para los demás, muy fuerte... Le pone amor a cada cosa que hace y ése es el secreto para que todo lo que hace nos llegue", decía una exalumna suya.

Unida sentimentalmente hace mucho a Morris, y casada anteriormente con Antón Reixa, hoy no solo ellos y su hija Tania, toda su familia estará desgarrada. Hoy no solo la pierde su nieta, Daniela, con quien estaba tan inmensamente ilusionada. También el mundo de la representación, de la música, del teatro... estará conmovido intentando explicarse su marcha, la desaparición física de esta mujer de cuya generosidad y espíritu saben bien sus amigos íntimos.

Nacida hace 56 años en Tui pero criada en el barrio viejo de Vigo, profesora de piano en diversos conservatorios, amante del jazz pero apasionada por la música en general, la vimos en el grupo Bombeiros Voluntarios, en Bromea o Qué, en Os Frangos, en Bloddy Mary con María Costas... en cuya formación intervine para convencerla. Hoy queremos imaginarnos a Enma sonriendo amorosa, quizás con un cálido guiño al respetable, mientras toca su última pieza.