A las once y y cinco minutos de la mañana, apareció en el firmamento un avión de la Compañía de Lineas Aéreas Iberia que dos hora antes había despegado del aeropuerto transoceánico de Barajas. Tras evolucionar brevemente, enfiló la pista del aeropuerto por la boca Norte y tomó tierra con toda precisión, siendo seguida esa maniobra con la máxima curiosidad y atención por parte del inmenso gentío concentrado frente al edificio para pasajeros y servicios y en los alrededores del aeropuerto.

Una vez aparcado, los viajeros del primer avión comercial que aterrizó en Peinador, descendieron del mismo, pasando a engrosar el nutrido contingente del público espectador.

Este avión especial de Iberia condujo a Vigo a 22 viajeros, figurando entre ellos el director general de la Compañía y varios consejeros.

Pilotaba el avión el comandante Ruy de Ozores en compañía de su hermano, Álvaro y del también comandante Doro Ponte, tres jóvenes pilotos de Iberia naturales de Vigo.

Tres cuartos de hora después, aterrizaba un Bristol de la Compañía Aviación y Comercio, Aviaco, con 35 pasajeros, que lo hizo bajo una lluvia torrencial, "lo que viene a probar la seguridad que ofrece nuestro aeropuerto aún en las más desfavorables condiciones atmosféricas".

Además de la misa de campaña hubo discursos, vino de honor, actos de confraternidad y banquete oficial ofrecido por el Ayuntamiento en los salones del Mercantil habilitados al efecto. Ya por la tarde, el ministro se dirigió en coche hasta el aeropuerto para regresar a Madrid. A las seis lo hizo el avión de Iberia y veinte minutos después, el de Aviaco, siendo despedidos con flamear de pañuelos por el gentío que se hallaba en Peinador. Entre la salida de los aviones lo hicieron cuatro avionetas portuguesas y al día siguiente los Junkers y Heinkel llegados con jefes y oficiales de Aviación.