Crecieron con la ilusión de convertirse algún día en cofrades y su devoción les mantiene bajo las andas a pesar de los años. No hay dolor ni cansancio cuando los vecinos de Bouzas esperan en las calles el paso del Nazareno y la Dolorosa. Una tradición que se renueva cada Semana Santa gracias a veteranos costaleros que han mantenido viva la tradición y transmitido su pasión a los jóvenes que tomarán su relevo.

José Manuel Rodríguez, el cofrade mayor, lo intentó siendo muy joven pero hasta su edad adulta no pudo cumplir la aspiración de participar en las procesiones. Hoy, a sus 60 años cumplidos, suma casi dos décadas como costalero y se confiesa "incapaz de explicar con palabras lo que se siente".

La cofradía, con más de 220 miembros, cuenta con 65 porteadores y una gran parte de ellos son mujeres desde que Alicia Castro y varias compañeras decidieron dar el paso hace 18 años. Hoy es la jefa de costaleras y vive estos días "con mucha ilusión, nervios y estrés".

Su hijo es uno de los cofrades que garantizan el recambio generacional bajo las andas. "Antes la mayoría tenían más de 50 años, pero hoy contamos con bastantes costaleros en torno a los 30-40 años y también varios veinteañeros", destaca Rodríguez. Incluso hay porteadores que acuden cada año desde Ourense, Baiona, Ponteareas o Chapela.

Mientras en Bouzas el reemplazo parece asegurado, la falta de costaleros ha obligado a cancelar la procesión del Encuentro en el centro de la ciudad. "Antes las cofradías eran más cerradas. Yo intenté entrar con 19 años y me dijeron que en mi vida portearía la imagen del Cristo de Bouzas porque era algo que se transmitía de padres a hijos, así que desistí. En Vigo, las procesiones las presidían los grandes industriales y sus empleados eran los que sacaban los pasos. Pero no lo sentían de corazón y con el tiempo esto ha pasado factura", reflexiona el presidente de la cofradía desde hace 9 años.

De esta forma, los desfiles fueron perdiendo costaleros con los años y los devotos fueron sustituidos por carros para transportar las imágenes. "Supongo que a mucha gente le pasó lo mismo que a mí de joven y después, ya casado, cuando veía las procesiones de Bouzas y Vigo sin relevos se me revolvían las entrañas. Sin las ideas de aquella época no se habría llegado a esta situación", sostiene.

La villa marinera consiguió remontar las "horas bajas" pero en el centro los organizadores de la Semana Santa siguen luchando cada año contra la falta de costaleros. "Todos estamos en la misma coordinadora y saben que pueden contar con nosotros. Este año nos ofrecimos a participar en la procesión del Encuentro para que no se suspendiese aunque tuviésemos que hacer tres en el mismo día. Lo hacemos por devoción y nos gustaría que la gente viese que cualquiera es capaz de hacerlo. Me duele cuando la gente se va a ver las procesiones de Zamora cuando aquí también las tenemos", señala José Manuel Rodríguez.

Por eso están abiertos a que cualquier persona se acerque a Bouzas sin compromiso para vivir una Semana Santa desde dentro y servir de "escuela" para otras cofradías de la ciudad. "Estamos a disposición de todo el mundo. Los que tienen miedo a venir a una procesión, ¿no será que temen que les guste? Porque todos los que han probado siguen", asegura.

La participación "no deja de crecer" y Bouzas hace "cantera" con la procesión de la Borriquita estrenada este año: "Hicimos un carro bajito para que los niños pudiesen acercarse y pierdan el respeto a las imágenes. Se trata de que ellos hagan la fiesta. Es una forma de ganarlos para la Semana Santa".

El cofrade mayor también atribuye este éxito a la sensación de comunidad que existe en la parroquia: "Es más fácil mantener las procesiones en las localidades de la ribera como Bouzas o Cangas, que tiene una Semana Santa maravillosa, porque las familias marineras permanecen unidas ante las desgracias y se busca la protección de las imágenes. Aunque aquí ya no hay marineros, tenemos el mar y respiramos salitre. Somos una piña".