Ella siempre bromeaba con su hermana sobre qué música quería en su funeral y le decía, con el buen humor que la caracterizaba: "A mí me ponéis Nabucco, de Verdi". Con Verdi se despidió ayer en el cementerio de Pereiró a Julia Taboada, con mucha gente recordando el itinerario de esta orensana que un día de 1985 decidió con su marido, Luis Carballo, trasladarse a Vigo para llevar adelante un proyecto que cambió la faz y la entrañas del textil y la moda gallega.

Aquel bancario y aquella profesora del conocido colegio orensano que había fundado su padre, volcados en el mundo de la publicidad en los años 70, diseñaron el lanzamiento de una firma que en 1981, al grito de "la arruga es bella", conmocionaría la moda española e internacional: Adolfo Domínguez. Luego, allá por 1982, empezaría a germinar en la cabeza de ambos otro proyecto que luego se demostraría grandioso bajo el nombre de Galicia Moda. Convertir en un país de moda a una comunidad con tradición fabril en el textil pero en la que el concepto diseño era tan desconocido como el del valor añadido en el producto.

En 1985, ya con mucho trabajo elaborado y lanzados varios números de la revista Galicia Moda, Luis Carballo y Julia Taboada decidieron dejar atrás su tierra natal y asentarse en la ciudad que entonces podía ser cabeza de puente con la nacionalización e internacionalización de su proyecto: Vigo.

Y en la Gran Vía montaron su propia sede con exquisito gusto arquitectónico. En esa reluciente sede viguesa de Galicia Moda no se paraba porque allí residía el cerebro del proyecto y todas las acciones y el brazo organizador y ejecutor de las mismas allá donde se llevaran, fuera en Galicia, España o extranjero. Creativos diseñando la identidad visual o producción gráfica de marcas gallegas, fotógrafos haciendo sesiones de las colecciones gallegas de cada temporada con las mejores modelos del momento, elaboración de un plan sucesivo que fue implicando al sector hombre, mujer e infantil con esa revista Galicia Moda con sus más de 300 páginas que le servía de punta de lanza... Y, si Luis Carballo era la idea, ella era el brazo ejecutivo de un complejísimo entramado que llevó a Galicia al cenit del diseño, siempre respaldado por la Xunta de Galicia hasta que maniobras nunca bien contadas surgidas de los intestinos del propio sector lo paralizaron. Pero el trabajo, el cambio de conciencia, estaba hecho.

Y en todo ello Julia Taboada desempeñó un papel mucho mayor del que ella aparentaba.