Muere Manuel Fernández Tapias, "vigués por los cuatro costados"

"Galletas", su popular apodo, fue ejemplo de "bon vivant" y hombre espléndido

Manuel Fernández Tapias en los años 80.  // Faro

Manuel Fernández Tapias en los años 80. // Faro

F. FRANCO | VIGO

Su muerte se anticipó al inminente homenaje que los suyos le proyectaban y que, de seguro, iba a ser multitudinario dado el número de sus amigos. Manuel Fernández Tapias ha pasado a formar parte de la memoria colectiva y a fe que ocupará en ella un espacio singular por la impresión colorista y singular que dejó su vida. Nacido cuando la República del 31, Manolo "Galletas", apodo que llevaba a mucha honra, se consideraba un "vigués por los cuatro costados" por haber nacido en la calle Colón donde la antigua Banca Viñas, criarse en Peniche y haber residido siempre en Vigo salvo un paréntesis venezolano. Descendiente de los vigueses Davila Román por el padre y de los catalanes Tapias por la madre, ambas familias de raigambre en el ámbito conservero, consignatario, de la arquitectura? era el segundo de una familia de 12 hermanos entre los que está el naviero Fernando "Fefé" Fernández Tapias.

Andaba renqueante en sus últimos años pero su mente mantenía la capacidad narrativa que le distinguió siempre, un sentido del humor (bueno y malo) que le permitía contar cosas como que fueron 12 hermanos por culpa de un pacto entre su madre y la Vírgen, "a la que pidió una docena de hijos o nada", y una memoria importante que le facultaba para recorrer con precisión su trayectoria desde las calles de su niñez en aquel Vigo de posguerra en el que había mucha miseria (aunque a él nunca le afectara con un padre inspector de Trabajo y conservero) a las avenidas de las grandes ciudades por las que transitó en su vida.

Muere Manuel Fernández Tapias, "vigués por los cuatro costados"

Muere Manuel Fernández Tapias, "vigués por los cuatro costados"

Educado en el ambiente disciplinario de los Escolapios de Monforte con vigueses como Antonio Cominges, Boro Rocafort, José Grobas, José Antonio Candeira....allí estuvo entre los 10 y los 17 años, en que volvió a su ciudad natal en aquel final de la década de los 40 y principios de los 50 que vivió con intensidad juvenil con amigos como Pepiño Valeiras, Lisardo Ponce de León, Aguto Fadrique, Rui y Álvaro Ozores, Moncho Yáñez, Tatá Picó... estrenando su primer trabajo en la consignataria Davila de su tío.

Pero Manolo "Galletas" siempre fue hombre inquieto y en 1952, aún no cumplidos los 21 años, se embarcó con lo puesto para Venezuela, decía él que por un berrinche familiar pero, en realidad, por su afán de probar suerte y conocer mundo. Allí hubo de desarrollar su inventiva para sobrevivir y ya dio buena muestra de una labia que como virtud le habría de acompañar toda su vida y que allí aprovechó para vender libros. Eso lo advirtió uno de sus clientes, el entonces gerente de Colgate-Palmolive, para el que acabó trabajando como responsable de ventas. De allí pasó a SAFA, potente firma dedicada al mundo inmobiliario, desde pisos a urbanizaciones. Era un momento histórico de expansión en Venezuela y ganó dinero aunque, como él contaba, "le entraba por una mano y le salía por la otra". Desde luego, sus andanzas laborales y gozosas en aquella tierra pudieran ser objeto de novela. Seis años después, a finales de los 50, volvió a Vigo, donde coincidió con toda la expansión urbana de los 60 y 70 y desde su inmobiliaria vendió muchos pisos y solares como los de El Corte Inglés de Vigo y A Coruña...

Su historia dibuja con nitidez la imagen del "bon vivant", del que con gusto refinado sabe disfrutar de los placeres de la vida, el comer y beber, buen vestir, buen hablar y "buen estar". Era particularmente espléndido hasta el punto de que, si hizo grandes transacciones, a cada cosa que ganaba sabía encontrar rápido algo en qué gastarlo, gastar en vivir y hacer participar a otros de sus abundancias porque quizás le parecía poco elegante ahorrarlo. Seductor y buen comunicador aunque en los últimos años la edad y algún achaque le destemplaran un poco el carácter, su cultura gastronómica le llevó a conocer o ser amigo de grandes cocineros como Bocusse, Arzak o Subijana, recorrer los mejores templos de la cocina de Occidente y poseer una biblioteca de envergadura sobre la materia. El suyo era un paladar elegante.

Deja Manolo "Galletas", seguro, incontables amigos, no pocos afectos y una memoria que le sobrevivirá entre la gente. Hoy será incinerado en Pereiró.

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