La explosión de una bomba atribuida a Resistencia Galega en la oficina de Novagalicia Banco en la parroquia de Beade, causó en la madrugada de ayer importantes destrozos materiales tanto en el cajero automático como en el interior de la oficina, y en el vehículo de unas vecinas que habían aparcado en el exterior de la sucursal, que ocupa un inmueble de dos plantas. No se registraron heridos porque coincidió que nadie pasó por allí, pero tenía potencia suficiente para causar muertos.

La Policía Nacional analiza los restos del artefacto explosivo, posiblemente un termo metálico con pólvora prensada y dotado de un temporizador similar al utilizado el pasado 10 de marzo contra un cajero automático de la sucursal de NCG en O Rosal -la última bomba colocada en Galicia- y al que un año antes desactivaron los Tedax en la Alameda de Bouzas. Aunque nadie ha reivindicado el atentado, el delegado del Gobierno, Samuel Juárez anticipó que "por la aparente composición del artefacto, el lugar y la fecha, tiene el sello de Resistencia Galega".

A las cuatro y veinte de la madrugada la brutal explosión hizo temblar las casas de Beade. "Creí que era un trailer que había tirado una de las casas de piedra. Salí a la ventana y vi la columna de humo que salía de la Caja", explica una vecina. Tres jóvenes bajaron en pijama y descubrieron que las puertas de sucursal habían volado y estaban hechas una amasijo en medio de la carretera. "Los cristales estallaron y salieron lanzados, igual que el falso techo y el aluminio de las ventanas. Estuvieron limpiando hasta las siete y media, asegura otro vecino".

Las llamadas a la Policía y al 112 se sucedieron. Las primeras en dar la alerta son dos mujeres que viven enfrente de la sucursal. Una de ellas tenía el coche aparcado allí, y resultó dañado. "Llegaron enseguida y nos mandaron entrar en casas. Temía que hubiera una segunda bomba sin estallar", relatan. "La explosión se oyó en Castrelos, que está a 4 kilómetros de aquí", explicaba otro vecino.

Los investigadores creen que el artefacto se depositó en la acera, pegado a la puerta de acceso al cajero automático, la zona que sufrió más daños. Apenas un minuto después de la explosión pasó un joven en un turismo blanco: "No hubo muertos de milagro. Unos minutos después empezaron a llegar los trabajadores que se dirigían a Citroën. La Policía había acordonado todo y desvió el tráfico".

Vigo y su demarcación han padecido varios atentados de los independentistas radicales. Sucursales de NCG, oficinas de empleo y hasta las antenas de telefonía sufrieron la acción de los violentos, el único grupo de terrorismo activo en España en la actualidad. El atentado de ayer es el primero desde que en junio cuatro miembros de Resistencia Galega fueron juzgados por terrorismo en la Audiencia Nacional. El fiscal pidió penas de entre 12 y 20 años.