El factor de sostenibilidad que el Gobierno pretende aplicar a las pensiones causará una "alarma innecesaria". El catedrático José Luis Tortuero, uno de los doce sabios del comité creado por el Gobierno, criticó en su voto particular la rapidez con la que se elaboró el informe final y planteó más de 30 reformas a emprender. Sobre este tema centró ayer su lección de clausura del máster en Gestión y Dirección Laboral que coordina en la Universidad de Vigo su homólogo Jaime Cabeza.

-Usted se abstuvo en la votación final porque defiende que la reforma no es urgente.

-En estos tiempos de crisis profunda nuestro sistema de Seguridad Social ha demostrado que es el mejor de los posibles y las pensiones han jugado un papel extraordinario al mantener a sus titulares y a sus grupos familiares. Y además, utilizando un símil futbolístico, tiene cintura. Pero la crisis ha destruido empleo, los afiliados han bajado y hemos tenido que empezar a utilizar el fondo de reserva. Las luces de alarma se han encendido pero lo que viene ya lo conocíamos, nuestros problemas demográficos no son nuevos. Alemania, Portugal o Suecia han hecho coeficientes de sostenibilidad porque en toda Europa las generaciones del baby boom, que fueron 15 años antes que las nuestras, han llegado ya. Pero España todavía no lo necesita y menos en el peor momento, como he planteado en el comité y en el Congreso. Se va a crear una situación de alarma innecesaria.

-Por si la preocupación entre la ciudadanía ya fuese poca.

-Es absolutamente necesario tomar medidas, pero no de hoy para mañana. Y además empezamos por el tejado porque el segundo coeficiente diseñado, la revalorización de las pensiones, tiene un interrogante, los ingresos. Lo que se debería haber hecho es un gran acuerdo político en el que todas las fuerzas parlamentarias se comprometan a seguir un tránsito desde un gasto en pensiones del 10-11% del PIB hacia la media de la zona euro del 14%. Y cuando llegue el momento, quien esté gobernando tomará las decisiones oportunas en función de los ingresos.

-Ése es precisamente uno de los grandes déficits de este país, la incapacidad para lograr acuerdos de Estado.

-Claro, pero deben llegar a un acuerdo sobre ingresos y luego llamarnos a los técnicos para que les diseñemos fórmulas. Lo razonable es empezar por ahí.

-¿Solo la "recomendación" de la UE explica entonces la urgencia del Gobierno?

-Sí. Vamos a ser buenos alumnos respecto a nuestros socios europeos, que cada vez son más dictadores interesados, y suspenderemos como profesores respecto a nuestros ciudadanos. En este país no hay ni una sola medida de política de empleo cuando es lo que sostiene el sistema y pretendemos dar un tratamiento demasiado penalizador a la generación que hoy tiene entre 50 y 65 años. Los expulsamos del mercado y endurecemos los subsidios cuando se han dejado el pellejo para que España sea lo que es hoy.

-La reforma laboral no ha conseguido crear empleo como pretendía el Gobierno.

-Si le brindas a los empresarios flexibilidad en el despido en el peor escenario económico es lógico que la utilicen y las jubilaciones parciales se han disparado. No nos podemos permitir el lujo de que trabajadores mayores de 55 años, y no hablo de prejubilaciones, sino del resto, que son el 80%, se queden en la calle sin nada.

-¿Asistimos a un grave retroceso en los derechos laborales?

-Cuando se protegieron los espacios para la maternidad hubo gente que pensó que se dejaría de contratar a mujeres. Sin embargo, esto no ocurrió porque el ordenamiento jurídico ha actuado de forma enérgica. Pues algo parecido podemos hacer con los mayores. A partir de una determinada edad el despido solo puede ser o conforme a derecho o nulo. Y a partir de ahí le das al empresario todas las fórmulas de flexibilización necesarias. Mientras no se haga esto, la expulsión le compensa al empresario, que sustituirá a los que ganan 2.000 por los de 600 euros. Flexibilizar lo sabemos hacer todos, lo complicado es plantear reformas que produzcan los mismos efectos manteniendo unos principios más equilibrados. La Seguridad Social no se ha modernizado desde que se creó y es necesario un plazo razonable para ir tomando medidas y ver cómo repercuten. Elevar la edad de jubilación cuando la inmensa mayoría se retira antes solo vale para que las pensiones sean más bajas. Otras acciones deben ser a largo y medio plazo. Hoy no puedes aproximar las cotizaciones a los salarios ni actuar sobre la economía informal, porque a igual que las pensiones está ayudando a que la gente no esté en la calle entrando en los supermercados, pero es un cáncer que hay que curar. Y también hay que emprender la reforma fiscal, la eterna asignatura pendiente. Ahora es cuando se debe hacer el diseño de todo lo que habrá que ir poniendo en marcha.

-¿Por qué el Gobierno sigue empeñado en la dirección contraria?

-Se siente muy presionado por el planteamiento equivocado de la UE, que lo único que va conseguir es destrozar una buena parte de Europa, véase Portugal o Grecia, y reducir de forma espectacular los derechos sociales, lo que hará más difícil la salida triunfante de la crisis. Y yo creo que detrás de estas políticas de austeridad desproporcionadas hay un interés oculto. Las pensiones son la única parcela golosa de las economías europeas que no ha sido privatizada. Es el gran negocio, como lo ha sido en toda Latinoamérica, con un resultado catastrófico. En Chile, se prevé que cerca del 40% de la población no tenga derecho a pensiones suficientes en el sistema privado y tenga que pedir ayuda asistencial. ¿Ése es nuestro espejo?