El 17 de junio de 1913 se reunió en la Comandancia de Ingenieros la comisión para la cesión del monte del Castro.

Formaban esta comisión, el alcalde señor Lago, el comandante de Ingenieros señor Echarri, el mayor de Intendencia Sr. Carrasco, el comisario de Guerra Sr. Tella, el juez permanente de causas militares señor Suárez Montero y el secretario, señor Vicuña.

El asunto de la cesión del monte venía muy de atrás y ya cinco años antes, en 1908, ya se recordaba que Vigo no contaba con más paseo que el llamado de la alameda, que si al construirlo en 1882 era suficiente como lugar de esparcimiento para las necesidades de la población, resultaba ya insuficiente aún con la pequeña ampliación que se le había dado poco antes

El rápido y cada vez más acentuado crecimiento de la población, imponía la necesidad de nuevos espacios y de ahí que se pensara en el monte del Castro para convertirlo en parque de recreo.

Proposición de Urzáiz

Pero estando como estaba en poder del Ramo de Guerra, construidas allí varias obras de defensa, se hacía necesario seguir ciertos trámites para que el indicado lugar pasase a ser propiedad del Ayuntamiento, y a esos trámites había dado comienzo el diputado a Cortes por este distrito don Ángel Urzáiz, presentando en el Congreso una proposición de ley.

Urzáiz, antes de presentarla, negoció con el Jefe del Gobierno y con el ministro de la Guerra, y como los señores Maura y Primo de Rivera se mostraron conformes con lo que ex ministro de Hacienda iba a solicitar del Parlamento, podía darse por seguro que "en plazo no lejano, pase a ser de la propiedad exclusiva del Ayuntamiento de Vigo, el monte del Castro y todo lo que en él existe perteneciente al ramo de Guerra. Pronto dejará de ser una aspiración, para convertirse en una hermosa realidad, la construcción del parque del Castro".

De como sería ese parque, nada podía decirse en concreto, pues aunque se barajaban muchas posibilidades, no había en realidad, un proyecto que mereciera el nombre de tal.

Siendo alcalde el Sr. Posada y por indicaciones de éste, algo hizo sobre tal asunto el director técnico de las obras municipales. En unos apuntes que entonces trazó el señor Lafuente, aparecía indicada una carrera de 10 metros de ancho, que partiendo del arranque del camino que conducía hasta la puerta del castillo del Castro, seguía la dirección del que va a San Amaro, hasta cerca de la finca del señor Arbones, denominada La Atalaya. Ahí describía una amplia curva y seguía hacia la izquierda, para ir a terminar en una plazoleta o rotonda que debía construirse a espaldas del depósito de agua.

El ancho de esta carrera y lo suave de su pendiente, permitirían el acceso de coches hasta la citada rotonda, desde la cual podrían seguir los vehículos a otra carrera que también se indicaba y que debía correr alrededor del castillo.

Excusado decir que las murallas de éste se habían de conservar, aprovechando al mismo tiempo su recinto para instalar ciertos recreos, un restaurante o cualquier otra cosa análoga y se aprovecharía también la actual carretera militar.

Entre unas y otras carreras se construirían jardines, kioscos, grutas, fuentes, miradores, etc., aprovechando siempre los accidentes del terreno.

Se barajaba también abrir una avenida a partir del convento de los Capuchinos que culminaría en una amplia y monumental escalinata de acceso al monte.

Otra propuesta era llevar el tranvía eléctrico hasta el mismo castillo, para lo cual arrancaría la vía de la calle de Urzáiz y seguiría primero por el gran camino de Circunvalación, en proyecto, hasta la que partirá de frente a los Capuchinos. Se barajaba también un ferrocarril funicular "pero no hay nada firme aún al respecto"