"Los viernes, aquí, se para todo a las nueve de la noche y ya no ves un alma por la calle", describen en la joyería Ramón Fernández. Pero ayer no era un viernes cualquiera. Centro Príncipe organizaba su primera "Vigo Shopping Night" con el deseo de convertirla en la primera fiesta indispensable del verano en Vigo y la gente respondió. La zona comercial por excelencia de la ciudad mantuvo un animado ambiente hasta la madrugada.

Los reclamos fueron muchos: comercios abiertos en una franja horaria más cómoda para los trabajadores, espectáculos de música y baile en la calle, terrazas con aperitivos y cocktails... Sin embargo, los clientes tenían claro cuál es el mayor atractivo para ellos: los descuentos. "La ambientación está muy bien, pero el descuento es básico. Es por lo que venimos", cuentan Sonia Covela y Rebeca Rolo que piden que la iniciativa se repita porque "la vida está muy mal". De hecho, a Juan De La Roca, que acudió por la misma razón, le gustaría que fuera "una noche al mes", una propuesta que a Paula López le parece que no sería muy bien acogida por los dependientes.

Tampoco se quiso perder los descuentos Ainhoa Pizarro, pero su mayor motivación fue su pasión por la moda que recoge en su blog, por lo que acudió armada con su cámara. Tanto ella como su amiga Marta Silva no dudaron en consumir en la terraza habilitada en La Farola. "Me encanta, porque nunca se puede. Podría ser así todos los fines de semana", opina con la música de la discoteca móvil de Deluxe Sanxenxo de fondo.

Ainhoa no fue la única blogera en la cita. Centro Príncipe invitó a otras cinco para que no perdieran detalle. Ledicia Lamas, responsable comercial del evento, destacó la buena acogida que ha tenido la iniciativa y destaca que incluso atrajo a gente de otras ciudades, como Santiago, o a grupos organizados que contaban con personal shopper (asesor de compras).

El "pasaporte" con el que los clientes podían conseguir obsequios por sus compras comenzaron a solicitarse hasta tres horas antes de que comenzaran los descuentos. La hora mágica del cambio de precios fueron las 20.00 horas. "La gente venía y te preguntaba a que hora empezaban las rebajas para volver luego", cuenta Iria Rodríguez, de Parfois. De todos modos, aunque en este comercio en vez de bajar los precio daban un obsequio, "la gente se anima y pica igual". A las 23.30 horas, Pull&Bear seguía "de bote en bote", según sus empleadas.

En el puesto de la pastelería creativa y artesana Mis ideas dulces, esperaban triplicar la facturación de un fin de semana. Su gerente, Paula Estévez, alaba la buena organización de la jornada y la destaca como la más productiva en la que han participado.

Tras el éxito, los comerciantes ya hablan de continuidad. Arancha Pérez de Lis Gómez, encargada de la boutique Lacoste apuesta por convertirlo en "una tradición" para que todo el mundo "asocie la zona a las compras".