La de Enrique Heraclio Botana, presidente de la Agrupación Socialista de Vigo y fundador de la UGT, fue una vida dedicada a la defensa de los derechos de los trabajadores.

Nació en Mourente, Pontevedra y era hermano de padre de Portela Valladares, que fue Presidente del Gobierno durante la Segunda República.

Ingresó a los once años en el Hospicio de Pontevedra donde recibió una formación que le orientó hacia el mundo de las artes gráficas por las que sentía cierta vocación y empezó a trabajar como aprendiz de tipógrafo a los 16 años en una imprenta local.

Sin que se sepan los pormenores de la mudanza, su presencia en Vigo se remonta al año 1897 y coincide con el fallecimiento de su madre que era, hasta ese momento, su principal apoyo. Empezó a trabajar en los talleres de FARO DE VIGO y su participación en el movimiento organizativo laboral fue tan intensa que a los pocos años ya era uno de sus líderes más reconocidos.

Xoan Carlos Abad Gallego, autor de una biografía de Botana que forman parte de su libro Cen personaxes entorno a unha guerra, lo sitúa detrás del nacimiento de Solidaridad, la primera gran publicación obrera local. De inspiración socialista y periodicidad primero quincenal y después semanal, llegaría a tirar más de 3.000 ejemplares, convirtiéndose en una de las principales publicaciones socialistas de todo el estado, lo que evidenciaba el buen momento del socialismo vigués. La publicación desaparecería en 1927.

Coincidiendo con la publicación de Solidaridad, Botana puso en funcionamiento su propia imprenta en los bajos de la que era su casa, en el 45 de Velázquez Moreno, a la que denominó La Nueva Prensa. Allí se imprimía, además de Solidaridad, la mayoría de las publicaciones obreras locales.

"El Pablo Iglesias" vigués

Su trabajo a favor de la mejora de las condiciones obreras hizo que muchos empiecen a llamarle El Pablo Iglesias vigués para significar su carisma y espíritu de trabajo. En 1900 se convirtió en presidente de la Agrupación Socialista local así como de la Federación de Trabajadores de Vigo.

Sería uno de los impulsores de la Comisión Gallega para la Unión Galaico- Portuguesa de Trabajadores, la creación de una panadería en régimen de cooperativa en Pi y Margall, primera de una red de nueve economatos de pan al servicio de los trabajadores y de la futura fundación de la Casa do Pobo.

A finales de 1905 fue encarcelado tras una huelga de tipógrafos y en 1909 sufrió un atentado, cuando un desconocido efectuó contra él dos disparos.

Su compromiso social le llevaría a participar en la vida municipal y en 1913 fue elegido concejal, repitiendo acta durante la Dictadura de Primo de Rivera. En 1928 fue destituido por el alcalde, bajo la acusación de díscolo, junto con otros cuatro concejales.

Botana se había casado con Concepción Rodríguez García, que fallecería en 1917 y con la que no tuvo hijos. Poco después de enviudar, conoció a Juana Rodríguez e Ibars y aunque no se llegó a casar con ella, inició una larga relación sentimental que duraría hasta su fusilamiento y con la que tuvo una hija que falleció en su nuevo domicilio de la calle Méjico cuando sólo tenía seis años.

Con la llegada de la República, Botana fue elegido para la Asamblea constituyente del Estado, siendo el segundo diputado más votado de la provincia. Acabada la legislatura en 1933, volvió a ser presentado por la candidatura socialista, pero no logró obtener representación en Madrid.

El 24 de julio de 1936, cuando estaba en su casa, en Teis, un grupo de guardias civiles se presentó para proceder a su detención, lo que se hizo sin ninguna violencia, siendo conducido de inmediato a un vehículo aparcado en las inmediaciones, donde le aguardaban ya otros detenidos.

Al tomarle declaración, le dijeron que había una acusación contra él por haber participado activamente en un hipotético reparto de armas llevado a cabo en la Casa del Pueblo, acusaciones que fueron negadas por Botana, que solo reconoció haber secundado la huelga general declarada y cerrando, por ello, la imprenta.

Fue juzgado junto con otros dirigentes socialistas por un tribunal militar que sin estar ellos presentes y en menos de dos horas, dictó sentencia condenando a los reos a pena de muerte.

A las dos de la mañana del 27 de agosto junto con los demás condenados, fue sacado de la celda en el recinto militar de O Castro y conducido hasta las inmediaciones del cementerio de Pereiró junto a cuya tapia fuero fusilados.

Se cuenta que con gran entereza, Botana dijo ante el pelotón de fusilamiento: "Guardad las actas de nuestro proceso, pues algún día será revisado y el mundo conocerá el crimen que con nosotros se comete".