Tras una larga investigación, ayer empezó en el Juzgado Penal 2 el juicio por el presunto plagio del Classicfashion, un programa informático destinado a la gestión del sector textil desarrollado por Asesoría Informática Gallega (AIG). Y arrancó con la declaración exculpatoria de los ocho imputados: los seis empresarios acusados de copiar el software -entre ellos el presidente de Texvigo y otros miembros-, así como el gerente de una firma informática y un profesor de instituto como supuestos colaboradores. "Nosotros hacemos y vendemos ropa; no nos dedicamos a hacer ni vender programas informáticos", resumió uno, negando el delito contra la propiedad intelectual que imputa la Fiscalía. Algunos empresarios que habían adquirido la licencia de uso del programa original explicaron que se limitaron a corregir "deficiencias" que "detectaron" en su funcionalidad para que no se "paralizase" la gestión de sus empresas y que después, como "solución definitiva", compraron otro programa que encargaron a la Universidad de Vigo. Y sobre que se solicitasen subvenciones de los fondos Feder a la Xunta en base al software ajeno, lo atribuyen a "un error" de una empleada al enviar una documentación.

La fiscal de delitos telemáticos y la acusación particular piden prisión para los acusados: sostienen que plagiaron el Classicfashion, con mínimas "variaciones" de funciones y colores ", para "obtener beneficio económico", "instalándolo" en sus empresas y en otras. Las defensas demandan la absolución: "No hubo plagio por la obviedad de que es absurdo que un grupo importante de empresas como éste desarrollara tal conducta; y la prueba es que contrataron el desarrollo de uno nuevo a la Universidad de Vigo".

Dos acusados, A.P.P.J. y J.A.B.F., este último presidente de Texvigo, fueron quienes en 2001 se reunieron con AIG para el desarrollo del Classicphasion. Los informáticos crearon el programa tras indicarles los empresarios las necesidades del textil y, en 2002, los imputados adquirieron la licencia de uso y la recomendaron a otras firmas: el software se instaló en una quincena de empresas. La versión de los acusados es que, pasados meses, el software empezó a dar "fallos", añadiendo que AIG no los solventó pese a los múltiples "requerimientos, llamadas y faxes".

"El programa dejaba de emitir recibos para el banco, se perdían prendas de almacén, no podía salir mercancía, un desastre", resumieron. Así, decidieron "modificar" el programa para "corregir" los errores y pidieron ayuda, a través del informático, al profesor. Accedieron al código fuente del programa, lo descompilaron y lo volvieron a compilar. Eso sí fue admitido. "Los errores paralizaban la empresa; eran parches a la espera del programa de la Universidad", justificaron, negando que comercializasen con el producto. "No hubo ánimo de lucro", insisten.

La fiscal, que incidió en que las variaciones reales no son de funcionalidad, preguntó por qué en la versión modificada eliminaron el copyright, instalaron logotipos de Xunta o lo renombraron XMODA. Ellos dicen que era como "maqueta" para que en la Universidad supiesen lo que querían. Sobre las subvenciones solicitadas, los empresarios lo achacaron al error de una empleada que envió a la Xunta "pantallazos" del programa modificado cuando debía remitirle el adquirido a la Universidad.