La lluvia se mostró ayer respetuosa con la memoria de los que hace dos siglos se convirtieron en héroes al liberar a la plaza de Vigo del asedio de la ocupación de los franceses y se contuvo hasta que finalizaron los tradicionales actos de homenaje que cada 28 de marzo reúne en la plaza de la Independencia a representantes de políticos y de los cuerpos de seguridad, así como a centenares de ciudadanos atraídos, principalmente, por el espectáculo de cultura tradicional que protagonizaron la Escuela Municipal de Danza y, en esta ocasión, la banda de música de Matamá.

Con la vista puesta en las amenazantes nubes, el acto arrancó con cierta anticipación. El alcalde, Abel Caballero, minutos antes de la hora marcada, iniciaba la lectura del bando institucional, redactado por la directora del Instituto de Investigación Biomédica, Carmen Navarro. La premura no impidió que el regidor enfatizara del escrito la necesidad de luchar de forma "colectiva" contra una "crisis no solo económica, sino también de valores" en la que "parece que peligran la consecución las consecuciones democráticas que tanto costó obtener", como una sanidad pública "de calidad" y una buena educación "al alcance de todos". "Si perseguimos una gran causa, la forma de vencer en su consecución es ir unidos, juntos, en equipo", reza el pregón que el regidor pronunció rodeado por ediles, el subdelegado del Gobierno, Antonio Coello, el Valedor do Cidadán, Luís Espada, el cronista de la ciudad, Lalo Vázquez Gil, y los comandantes de la Marina, de la Policía Nacional y de la Local y un representante de la Guardia Civil.

Fue el subdelegado de Defensa, Lorenzo Sánchez, el que depositó junto al alcalde la corona de laurel a los pies del monumento que personifica en Bernardo González del Valle, alias "Cachamuíña", la "lucha colectiva" que en 1809 convirtió a Vigo en la primera ciudad española que recuperó su independencia de las tropas napoleónicas. Con la vista fijada en el héroe de Gamboa, la plaza guardó silencio mientras sonaba el himno de Galicia.

El solemne momento dio paso a la parte más folclórica del acto. Como cada año, los alumnos de la Escuela Municipal de Danza deleitaron a los presentes. "El día de la Reconquista, para nosotros, significa baile", sostienen Silvia González, que a sus 25 años lleva 20 actuando en esta festividad, y Sara González, de 20 años, cuyo inicio fue todavía más precoz: a los tres. Recuerdan haber bailado sobre la pequeña superficie de césped que rodeaba la escultura cuando la plaza todavía soportaba tráfico rodado; también el año en el que lo hicieron en la plaza del Rey mientras se ejecutaban las obras; y la inauguración del nuevo espacio urbano. "Cuando empezamos se llenaba la plaza entera y cuando se estrenó la nueva, estaba abarrotada", relatan y lamentan que ahora ya no haya tanto público como entonces. Consideran que se debe a la falta de publicidad del acto. Entre los asistentes, primaban los vecinos de la zona. Es el caso de Victoria, que a pesar de tener un balcón desde el que se ve el acto "bárbaro, como en un anfiteatro", prefiere vivirlo a pie de calle. Coincide con el bando en que hay que luchar por derechos que hicieron de España "un país envidiable" y anima a "salir a la calle a lo bestia". Josefina Costas, que también prefirió bajar a la calle que verlo desde su ventana, echó en falta la presencia de manifestaciones. "Creí que este año iba a ver aquí a los de las preferentes", señala.