El 28 de marzo de 1888 quedó depositada en la Colegiata la urna que, por cuenta de la Hermandad de la Virgen de los Dolores de esta ciudad, acababa de construir en Santiago el notable ebanista Urbano Anido. Esta sagrada urna, que se estrenaría el Viernes Santo en la procesión del Santo Entierro, mide 1,66 metros de longitud, 0'66 de ancho y un metro de altura. Los vuelos aumentan cinco centímetros en ambos costados.

Las maderas empleadas fueron palosanto y ébano y el gusto, en general tiende de una manera decidida al renacimiento. Se decía que es "ligera en las maderas, esbelta en el conjunto, graciosa en las líneas, y sencilla en los adornos. Todo lo que contribuye a darle un aspecto agradabilísimo. Se divide en tres compartimientos, en el primero y segundo cuerpo con dieciséis cristales, los ocho primeros biselados y los otros de espejo.

Los cuadros en ochava del primer cuerpo están reforzados por pilastrillas con hojas voladas que simulan capitel y por las cuales fajas corren largos filetes de marfil. Son notables los cuatro ángeles que, con los símbolos de la pasión se levantan en los ángulos de la cornisa, de un decímetro de altura y perfectamente concluidos por el joven escultor santiagués Agustín López Miras. En los centros hay remates de ébano y marfil.

A más de quinientas asciende el número de piezas de marfil incrustadas en la urna y a cerca de sesenta el de los sobrepuestos de plata, ya bruñidos, ya mate, ya sobredorados, notándose entre ellos dieciséis serafines en los ángulos superiores de los cuadros del primer cuerpo, seis escudos con hermosas hojas en el segundo, las guirnaldas de laurel en la banqueta y los largos repujados del friso.

La urna tiene, flanqueando el macizo del último cuerpo, sus carriles de ébano con hermosísimos torneados de marfil, y en los entrepaños de la banqueta, tallados a relieve, los atributos de la Pasión, dorados en el fondo oscuro del palisandro.

Sobre el coronamiento figuran otros tres ángeles que muestran el sagrado paño de la Verónica, la corona de espinas y la Cruz, "esculturas del Sr. Miras, muy apreciables por cierto".

El interior de la caja se halla barnizado de negro, y en el entrepaño central se ve tallada en la madera esta inscripción: Ebanistería de Urbano Anido-Santiago, 1888. El autor de las piezas de plata que realzan el valor artístico de este Santo Sepulcro fue Eduardo Rey Villaverde.

Desde que quedó depositada en la Colegiata, fueron muchas las personas que han visto y admirado el delicado trabajo de la urna. Por ello, solamente quedaba ya darle la enhorabuena a la camarera de la Virgen de los Dolores "por esta adquisición, que revela un exquisito gusto y un vivísimo interés por el buen nombre de la Hermandad".

La procesión

El día de Viernes Santo y a las cinco de la tarde, salió de la Iglesia Colegiata la procesión del Santo Entierro, en la que iban alumbrando muchísimas señoras enlutadas que cubrían dos largas filas. El Santo Sepulcro, que llamaba extraordinariamente la atención por su mérito artístico, era portado a hombros por cuatro artilleros; las cintas por sacerdotes. Seguía la Virgen que vestía un magnifico manto de terciopelo, y presidía el Santo Entierro el clero parroquial y una tercera parte de la Corporación municipal. Cerraban la marcha des compañías del primer batallón del Regimiento de Murcia, precedidas de su banda de música.

En la Iglesia del ex convento del Areal fue depositada la urna, y la Virgen siguió procesionalmente por las Calles del Ramal (hoy Colón) y Príncipe hasta la Colegiata, que ya estaba repleta de fieles deseosos de oír predicar al Sr. Prior, Sánchez Patiño, el sermón de La Soledad. Momentos antes de recogerse, la lluvia había causado algunas molestias a los concurrentes.