Las nuevas tecnologías ya permiten recuperarse de una lesión o una intervención quirúrgica sin salir de casa. Investigadores del centro tecnológico Gradiant trabajan en nuevos sistemas que permitan al usuario comprobar a través de la pantalla de un ordenador si realizan adecuadamente los ejercicios que le ha prescrito su médico o determinar el ángulo con el que es capaz de mover ciertas partes de su cuerpo.

Ambos proyectos se integran en el Partenariado Europeo de Innovación en Envejecimiento Activo y Saludable, lanzado por la UE en 2012. El centro vigués y el Sergas son las únicas entidades gallegas que participan en esta iniciativa y se integran junto a otras 30 entidades de investigación, empresas y servicios de salud públicos europeos en el grupo A2, enfocado a la prevención de caídas.

Una de las misiones de Gradiant consiste en desarrollar un mercado en línea de programas y tecnologías que eviten este tipo de accidentes. "Se trata de unir toda la oferta en un lugar centralizado que sirva de referencia a las administraciones, los pacientes, la industria y los investigadores", explica Marcos Álvarez, responsable de proyectos europeos.

Además de crear esta plataforma virtual, los experto vigueses trabajan en sistemas que permitan a los mayores realizar sus ejercicios de rehabilitación en casa o en un centro de día sin necesidad de que deban desplazarse a un hospital.

El objetivo final es transferir esta tecnologías a las empresas y que éstas pongan en el mercado soluciones que atajarían un problema social común a toda Europa. Cada año, uno de cada tres mayores de 65 años sufre una caída que a menudo deriva en discapacidad o fallecimiento. Además este tipo de accidentes son la principal causa de muerte por lesiones en este grupo de edad.

En España, el 15% de los mayores de 65 años sufren caídas en su casa y más de 1.400 fallecen cada año por este motivo. La situación se agrava en Galicia, una de las regiones más envejecidas del mundo, y donde viven más de 600.000 personas que ya han superado esa edad.

Estos percances suponen además un importante gasto sanitario. Según un estudio de Mapfre, los accidentes de las personas mayores -el 83% de ellos son caídas- conllevan un coste de más de 420 millones en todo el país. El promedio es de 1.431 euros por persona, una cuantía que se corresponde en casi su totalidad con la asistencia médica y la rehabilitación.

Un gasto considerable que las tecnologías que han comenzado a desarrollarse en Gradiant contribuirán a reducir. Los investigadores que participan en el proyecto también intentan que sus sistemas sean de "bajo coste" y que consuman la mínima energía posible para que resulten más interesantes para las empresas.

En este sentido, el director de la Axencia Galega de Innovación, Manuel Varela, destaca el interesante mercado que supone para las empresas gallegas la atención a las personas que superan los 65 años. "El 80% del gasto sanitario está relacionado con los pacientes crónicos y muchos de ellos son mayores", apuntó durante la rueda de prensa celebrada ayer para presentar los resultados de Gradiant en 2012.

Interacción con el médico

De esta forma, la tecnología que se desarrolla en Galicia podría ser un referente para otras regiones europeas. Por ahora, el partenariado ha arrancado en Vigo con dos sistemas de tele-rehabilitación que facilitarían el día a día de los pacientes y de los facultativos.

"Ambas tecnologías pueden recoger datos y transmitirlos al fisioterapeuta. Además el profesional también puede entrenar al sistema y grabarse a sí mismo realizando los ejercicios que debe realizar el paciente", explica Helena Fernández, la otra investigadora de Gradiant involucrada en el partenariado europeo.

El proyecto para realizar ejercicios de rehabilitación en casa utiliza un sensor kinect -el de las videconsolas Xbox- y permite al usuario verse a sí mismo en la pantalla y comprobar si sus movimiento se ajustan a los requeridos. "En el futuro conseguiremos que el sistema le diga al paciente qué cosas debe corregir", apunta Fernández.

El otro estudio en marcha utilizaría varios sensores que el usuario colocaría en su cuerpo, por ejemplo, en una pierna para determinar el ángulo con el que es capaz de hacer un estiramiento.

"En el centro también se desarrollan otros proyectos interesantes para el partenariado como el que permite monitorizar el ritmo cardiaco de una persona en espacios no convencionales. Por ejemplo, en una ruta el dispositivo le diría a una persona si puede continuar o es recomendable que se detenga", añade Helena Fernández.