Cuando Francis Drake (Tavistock, Inglaterra, 1543) murió a los 53 años en Panamá, la España gobernada bajo el reinado de Felipe II respiró tranquila. Y los vigueses debieron brindar con los mejores caldos de la época habida cuenta de que por fin había muerto el enemigo público número 1 de la ciudad.

Antes corsario y comerciante de esclavos, el vicealmirante de la Real Marina Británica dirigió contra Vigo tres ataques: en 1569, 1586 y 1589. En los dos primeros arrasó casi por completo la urbe, que por entonces contaba con apenas 2.000 habitantes, robando todo lo que sus tropas encontraban por delante y matando a todo aquel que le hiciera frente.

Pero en la tercera embestida contra la ciudad olívica, el villano inglés pecó de exceso de confianza. Tras perder 12.000 hombres y 20 barcos en la fracasada toma de A Coruña y Lisboa, con una tripulación famélica y diezmada por la peste, Drake comienza el asedio el 30 de junio de 1589 creyendo que sería igual de fácil que los anteriores. "Se ensañaron con Vigo, furiosos por las pasadas derrotas", afirma Luis Gorrochategui en su libro Contra Armada.

Y así fue hasta que el 1 de julio 500 soldados dirigidos por Luis Sarmiento, hijo del Conde de Salvatierra, apoyados por tropas provenientes de Portugal plantó cara a la flota del vicealmirante. La respuesta que recibió fue demoledora. Como ejemplo, durante ese día, los árboles del alto de O Castro amanecieron con decenas de ingleses ahorcados. Con semejante reacción, Drake intentó negociar la liberación de 200 prisioneros. No hubo acuerdo y el villano acabó ordenando la retirada. Fue durante esa huida alocada de la Ría, castigada por los cañonazos de los vigueses, cuando la flota de Drake perdió los barcos hallados sumergidos hace más de 50 años. Así lo cuenta Gorrochategui: "(...) Fue durante la escala en Vigo, quizá ese día, que los ingleses pierdan varios barcos más. Sabemos que uno encalló en las Cíes, y otros dos fueron lanzados contra las rocas e incendiados por los vecinos de Cangas".