La avanzada edad de Rosa Pérez exige atención casi continuada. Su sobrino Julio González solicitó la teleasistencia hace cuatro años y ahora su tía tendrá que prescindir de la pulsera electrónica. La familia tiene contratadas a dos señoras a tiempo parcial para que cuiden a Rosa y no puede asumir además el coste de la teleasistencia y en el futuro pagar la ambulancia a diálisis como prevé la nueva ley estatal. "Los gastos superan a los ingresos. Es una cuestión de necesidad. O despedimos a una chica o pagamos los 240 euros al año de teleasistencia y optamos por la cuidadora", relata preocupado su sobrino. Retirar la pulsera "supondrá un mayor esfuerzo y me obligará a estar más pendiente e ir a su casa entre horas. Es un recorte injusto", denuncia.