Cuentan las crónicas que de humilde origen y de modesta posición, tuvo Ramón Nieto la abnegación del trabajo incesante y el acierto inteligente en las empresas a que encaminó sus esfuerzos. Y el resultado fue el labrarse una fortuna que aseguró su bienestar. Fue entonces cuando se acordó de los niños de Lavadores; de los que como él sólo habían podido obtener una rudimentaria ilustración y anhelando para las nuevas generaciones del término que domina todo el riente valle de Fragoso más sólida instrucción, apartó de su peculio una parte y la destinó a tal objeto.

Creó las Escuelas que llevan su nombre; costeó para ellas un edificio moderno y adecuado; depositó el capital necesario para que, con su renta, nunca falte al centro docente cuanto precise para su sostenimiento, y confió la ejecución de todo ello a un Patronato de honorables personas formado, las cuales no han vacilado en echar sobre ellas esa labor, esa gracia a los fines altruistas de la fundación y en correspondencia a la confianza que en ellas depositaba el señor Nieto.

Donó el dinero necesario y en los terrenos familiares comenzaron las obras para la construcción de las escuelas. Su idea no era sólo que los niños aprendieran a leer y escribir, creía que también había que enseñarles una profesión, y hacia una educación politécnica orientó el proyecto pedagógico.

Se sabía del interés constante. casi diario del señor Nieto por sus Escuelas. Por eso se pedía que ese interés "sea como un lazo entre su buena memoria y loa de su generosidad se han utilizado y utilicen en lo porvenir".

En 1917 se terminó de construir la escuela principal ubicada en la zona conocida como el Seixo, sobre la avenida que en la actualidad lleva su nombre y que fue inaugurado el 17 de septiembre de 1923.

En la crónica del acto se destacó la presencia del señor Nieto quien, sin previo aviso, había llegado a la ciudad el día anterior de su excursión por diferentes países europeos, dando con su presencia gran realce al acto.

La escuela comenzó a funcionar con cuatro clases, tres de ellas de niños y una de niñas.

El presidente de la Junta, don Antonio Conde Domínguez dirigió la palabra a alumnos y profesores señalando como providencial que sin haberlo comunicado, hubiera coincidido la llegada del insigne fundador de la institución con la inauguración del curso y el nuevo edificio, por lo que aprovechó para presentar al protector de la juventud de Lavadores al que debéis saludar diciendo conmigo... ¡Viva don Ramón Nieto! que todos los presentes contestaron con entusiasmo y se desarrolló un emotivo acto con la presencia de alumnos, padres, profesores y autoridades locales.

Sólo unas semanas antes, el 23 de mayo de 1923, Ramón Nieto había hecho testamento en Santiago de Chile, instituyendo como su heredero universal a las Escuelas Nieto, fundación hecha por él ante el notario de La Ramallosa don Vicente Barros, el 19 de enero de ese mismo año de 1923.

Fue el presidente del Patronato don Antonio Conde, la primera persona que a través de un cablegrama, tuvo noticia del fallecimiento del calificado ya de opulento comerciante don Ramón Nieto, hijo de la vecina parroquia de Lavadores y desde muy joven residente en la república chilena.

En la crónica publicada por FARO al día siguiente se señalaba que las Escuelas Nieto se enlutaron al tener conocimiento de la pérdida de su fundador. Y se indicaba que el luto cubriría también a todos los buenos hijos de Lavadores y a todos cuantos sentían devoción por quienes, como don Ramón Nieto, dedican parte de su capital al fomento de la instrucción, dándoles pan para el espíritu y medios de vencer en la conquista del pan para el cuerpo mortal.

Se enviaron a su viuda testimonio generales de condolencia. Y al Patronato de las Escuelas Nieto, a su Cuerpo Docente y a sus alumnos, así como al vecindario de Lavadores, y se envió también el pésame por esa pérdida tan sensible al Ayuntamiento de Lavadores que dedicó al generoso benefactor el trozo de vía pública donde las Escuelas Nieto están enclavadas. Esa dedicación y las mismas Escuelas, "serán perpetuo homenaje a la memoria del benefactor" se dejaba bien plasmado en la crónica.

El 16 de mayo de 1914, la corporación del municipio de Lavadores ya había reconocido la labor de Ramón Nieto Otero, acordando por unanimidad nombrarlo hijo predilecto de Lavadores, y ordenando que "cuando los recursos del municipio lo permitan se adquiera su retrato y se coloque en el Salón de la Casa Consistorial".

Remigio Ramón Nieto Otero nació en Santa Cristina de Lavadores. Sus padres, campesinos, emigraron a Chile y él con 14 años y una formación elemental, afrontó una nueva vida. Empezó en un comercio de tejidos, siguió estudiando y con 24 años fue requerido por una fábrica de hilos en la que destacó por su gestión. Tras largos años de trabajo, hizo fortuna en los negocios consiguiendo un respetable capital, fundando un banco y dos compañías de seguros. Llegó a ser Consejero de la Presidencia de la República de Chile.

En 1900 encargó a Severino Cobas, su maestro, la creación de las escuelas que empezarían en un edificio de la actual Avda. Ramón Nieto donde hoy está la Ludoteca. Falleció en julio de 1928 y toda su fortuna, 1.435.000 pesetas, pasaría íntegra a las Escuelas, a través de la fundación creada al efecto.