El 4 de octubre de 1917, FARO se hizo eco de una triste noticia "que llegó a nuestra casa Acababa de entregar su alma a Dios un queridísimo amigo, una vigorosa personalidad industrial que consiguió para Galicia bienes y riquezas que saltan a la vista, el gran gallego D. Enrique Peinador".

En los primeros meses del verano, se había agravado en Madrid la dolencia que venia padeciendo, trasladándole entonces sus hijos a Mondariz, donde en los últimos meses parecía haber recobrado algo sus habituales energías, pero sin dejar por ello de desaparecer la enfermedad, "que poco a poco iba destruyendo aquella voluntad poderosa que supo arrancar a la naturaleza en aquel privilegiado rincón de Mondaríz, las grandes corrientes de salud y de vida, cuya fama se extiende por toda la tierra".

Enrique Peinador, que era un médico de positivo valer, aparecía solamente a los ojos del mundo con el carácter de industrial de altura, porque su obra ahí está levantada, y pregonando las grandezas de Galicia. Esto solo basta para colocar al señor Peinador entre los primeros benefactores de Galicia.

Su modestia era tan grande como su capacidad mental, y siempre bueno, caballeroso y amable, rehuía todo cuanto significase elogio a su persona.

Inmune de toda vanidad, dicen que se irritaba "cuando al hablar de las milagrosas aguas de Mondaríz, tributaban justas alabanzas al bienhechor de la humanidad que las había descubierto y que había convertido aquel lugar aldeano en uno de los más cómodos y sugestivos balnearios del mundo".

Allá por 1870 el Sr. Peinador se licenciaba en la Facultad de Medicine, tras ejercicios brillantísimos y al año siguiente era nombrado médico director del balneario de Caldelas de Tuy.

En aquella época, una epidemia de viruelas hemorrágicas adquirió proporciones horribles en O Grove y el Gobierno tuvo el acierto feliz de comisionar al joven médico Peinador para ir a combatir la epidemia, quien se prestó gustoso a ofrecer su vida en bien de sus semejantes, y fue tan heroico su comportamiento, que el Monarca le concedió la Cruz de Epidemias.

Hombre de vasta cultura, de imaginación vivísima y de una grandeza de alma poco común, comprendió que el ejercicio de la Medicina era campo limitado para sus actividades y se lanzó por otros derroteros provechosísimos para la humanidad.

Descubrió Enrique Peinador en 1873, "el riquísimo manantial de aguas bicarbonatado sódicas, denominado Fuente de la Gándara por el lugar en que emerge, en el término de Mondaríz, denunciando dicho manantial y el de Troncoso, como derivación y complemento del de la Gándara, manantial éste descubierto el año 1862 por el abad párroco de Mondaríz D. Domingo Blanco Lage, pero casi desconocido entonces por no haber sido denunciado ni declarado de utilidad pública.

Desde dicha época consagró toda su actívidad, su vida, su alma entera al engrandecimiento del balneario.

No contando con grandes recursos comenzó con modestia y a medida que las aguas iban adquiriendo nombre y fama, iba engrandeciendo su establecimiento.

También Vigo "debe al balneario de Mondaríz una entrada considerable de turistas que vienen constantemente a admirar la grandiosidad de nuestro puerto durante su permanencia en aquel lugar de salud". Su obsesión por Galicia era grandísima y ni un momento ha dejado de laborar por ella, ni cuando ya sentía el cansancio que produce agotamiento.

Y son muestras también de su actividad el gran sanatorio no terminado aún, el teatro construido en Mondaríz y la utilísima empresa del tranvía Vigo-Mondariz , hoy en construcción, y que tantos beneficios reportará a toda la comarca que recorra.

Era un entusiasta de Vigo y a esta ciudad venía con frecuencia, y por ello quiso, y así se acordó, que fuese el de Vigo a Porriño, el primer trozo del tranvía Mondariz-Vigo, que se pusiera en explotación.