El 27 de julio de 1957 tuvo lugar el traslado al cementerio de Pereiró de los restos mortales de Eduardo Cabello Ebrentz, que fuera ingeniero director del Puerto, fallecido el día anterior a los noventa y dos años de edad

FARO le dedicó una amplia reseña, señalando que con su fallecimiento, Vigo perdía a una de sus figuras señeras, "en el sentido profesional y en el cívico, como técnico y como ciudadano, pues en su carrera supo alcanzar por sus propios y destacados méritos, las más altas categorías profesionales".

Su entierro "puso de relieve el sentimiento general de la ciudad por la pérdida de una de sus figuras más dignas de todo cariño y respeto".

Mucho antes de la hora señalada, una gran cantidad de personas de todas las clases sociales desfilaron por la casa mortuoria, en la calle Luis Collazo, hoy Travesía de Santiago de Vigo, para manifestar su condolencia a los familiares.

A la hora de partir el cortejo fúnebre, el féretro, envuelto en la bandera de la matrícula de Vigo, fue depositado en una sencilla carroza y una gran multitud seguía detrás, con presencia de las primeras autoridades.

Desde la casa mortuoria y hasta la despedida del duelo en la calle Pontevedra dio escolta a la carroza una sección de Guardas de Obras del Puerto, que continuó después hasta Pereiró. Fueron muchos los ciudadanos que se trasladaron a la necrópolis para rendir su último tributo de cariño al ejemplar convecino de imborrable memoria.

Nació en Filadelfia

Hijo de padre español y madre norteamericana, Eduardo Cabello de Samano Ebrentz Collins y Gutiérrez de la Concha nació el 17 de abril de 1865 en Filadelfia (Estados Unidos). En el Colegio de Belem, de La Habana, y en el Instituto de Segunda Enseñanza de la Isla de Cuba, cursó el Bachillerato, pasando después a Madrid, en donde se graduó de ingeniero de caminos, canales y puertos. Durante las guerras coloniales, desempeñó la jefatura de Obras Públicas y Civiles de la Isla de Puerto Rico, como comandante de Ingenieros, y asimismo en La Habana el cargo de ingeniero Jefe de los Servicios de Obras Públicas de Cuba. Más tarde fue destinado a la península desempeñado diversos destinos "en los cuales destacó siempre por su talento y por la más honrosa ejemplarídad del cumplimiento de las misiones a él confiadas", ocupando posteriormente la dirección facultativa de la Junta de Obras del Puerto de Vigo, de cuyo organismo fue ingeniero director hasta la jubilación.

Su labor en el puerto vigués fue inmensa, pudiendo decirse que fue el creador, en realidad, del gran puerto de Vigo, puesto que bajo su dirección y jefatura fue aprobado el anteproyecto de las obras que, sucesivamente, se han ido desarrollando más tarde y por las que la Junta de Obras del Puerto ha recibido constantes felicitaciones cada vez que dio un avance de aquel anchuroso plan concebido por el señor Cabello, cuando Vigo apenas contaba con unos arcaicos embarcaderos de mínimo valor comercial.

Por su amor a Vigo, constantemente puesto de relieve, y por su constante entrega a la mejora de los servicios portuarios, en esa época inicial del gran progreso portuario, la Corporación Municipal le nombró hijo adoptivo de la ciudad, en sesión de 10 de enero de 1930.

Apartado ya de su tarea por jubilación continuó ligado a esta gran obra y a este progreso con la mayor ilusión y el mayor cariño, teniendo la satisfacción de ver cómo, a través de los años, se ha ido desarrollando su obra acertadamente por quienes le sucedieron en tan trascendental empresa.

Aparte de su misión especifica como ingeniero director de Obras del Puerto, Cabello fue también un enamorado de todos los demás aspectos del progreso de Vigo, presidiendo, con acierto, diversas entidades.

De un modo especial lo ha sido de la creación del Real Club Náutico, tan íntimamente ligado a todo lo del puerto y a la ciudad en general, ocupando su presidencia durante una de las etapas más decisivas de esa importante sociedad.

Poseía el ilustre fallecido gran número de condecoraciones, "entre las que figuran la Gran Cruz del Mérito Naval y la Encomienda del Mérito Civil y sobretodo, poseía el señor Cabello las grandes virtudes de la modestia, de la caballerosidad intachable".