Ángel y Ramón Quintela Pérez fueron alcaldes de Lavadores. El primero por elección directa y el segundo por sustitución ya que fue concejal durante veinte años, entre 1916 y 1936. Y los dos por el movimiento agrarista.

Ángel Quintela fue el primer alcalde agrarista de Lavadores y a partir de ahí ya mantuvo la mayoría. Recuerda su nieta Julia que era un hombre autoritario, propietario de terrenos y que durante su mandato se inauguró el mercado del Calvario, el cementerio de Puxeiros y la traída de aguas en El Casal, cerca de donde hoy están las instalaciones de Aqualia y que era un depósito para servicio vecinal.

Nació en la calle Extremadura y vivió en la calle Numancia, en una casa que tiraron no hace mucho y la mayor parte de los terrenos los tenía en la zona por donde hoy se levanta el Instituto del Calvario y el arranque de la avenida del Aeropuerto.

Era tonelero, trabajo que alternó con la agricultura dada su condición de propietario de muchas fincas, por lo que empleados de la casa vendían leche y productos del campo en los mercados de Vigo. Era su propia esposa, Filomena, que se había quedado paralítica, quien se encargaba de hacer las gavillas y manojos de productos del campo para su posterior venta.

Ángel trabajó también en la Vinícola Gallega haciendo toneles y antes de casarse, para juntar dinero, estuvo en la isla de Toralla, también dedicado a la tonelería que empleaban para las conservas de pescado. Hacía tantas horas que se quedaba a dormir allí y sólo regresaba a Lavadores los fines de semana.

Habitual de la zona

Era una persona muy conocida en toda la zona de O calvario y solía reunir se con el farmacéutico y demás fuerzas vivas de la zona en la cafetería de El Bigotes, que era un local que tenía reservado el derecho de admisión, y también en la rebotica de la farmacia Charro, donde mantenían habitualmente una tertulia.

Los dos hermanos llevaron muy mal la desaparición del Ayuntamiento de Lavadores, al que tanto se habían dedicado. Ramón consideraba que la anexión a Vigo carecía de validez jurídica ya que para la anexión de un municipio es necesaria la aprobación de la Corporación elegida por votación popular o bien la celebración de un referéndum, sin que se llevara a cabo ninguna de ellas. De hecho ya en 1927 las dos corporaciones habían mantenido reuniones debido a la amistad que unía a Ramón con el alcalde de Vigo y siempre se habló de que la fusión se haría en igualdad de condiciones.

Fue en varias ocasiones representante oficial de Lavadores en actos que se celebraban en Vigo y otras poblaciones. Su detención en 1917 junto a otros concejales agraristas como Julián Estévez y Tomás Martínez , además de líderes socialistas y republicanos, provocó la paralización municipal de Lavadores. Por ello los concejales hicieron constar en acta su disgusto por verse privados del concurso de tan dignos compañeros y dejaron de asistir a las reuniones de la Corporación.

Al proclamarse la Segunda República, Ramón fue nombrado presidente del comité provisional de cinco miembros encargado de dirigir los destinos del Ayuntamiento hasta la siguiente convocatoria de elecciones. Como una de sus primeras medidas, este comité decidió cambiar el nombre a las calles del Cristo, Sobrino y el tramo del Calvario, que pasaron a llamarse Galán, Capitán García Hernández, en honor de los militares republicanos sublevados en Jaca y República. Y disolver a la anterior Corporación.

En 1991 y con motivo del cincuenta aniversario de la anexión de Lavadores, Ramón, hijo de Ramón Quintela, que desde muy joven acompañaba a su padre, recordaba "las muchas caminatas que nos dimos para acudir a reuniones en sociedades agrarias de Zamáns, Valadares o Teis".

Ramón era mecánico y aunque también tenía fincas, solo se dedicaba al campo para autoabastecimiento y repartir productos a la familia. Trabajó en la fábrica de conservas de Antonio Alonso hasta la jubilación, igual que su hijo Ramón.

Sus nietas le recuerdan como hombre serio, cabal, trabajador y bueno. Su opinión era muy valorada y los vecinos le pedían consejo a la hora de adoptar decisiones trascendentes.

Le gustaba reunir a la familia en celebraciones y su nieta Lolita recuerda que cuando se celebraba la fiesta de San Juan soltaba un globo al paso de la comitiva del santo por su casa en la calle Extremadura, que se llegó a hacer tradicional, y que adornaba el lugar con un gran ramo de flores y frutos.

Nacieron los dos en Lavadores, en la calle Extremadura y cuando fallecieron, también en Lavadores,ya pertenecía a Vigo.

Fueron los dos agraristas y propietarios de tierras, aunque solo Ángel se dedicó a la venta de productos del campo en los mercados de Vigo a través del personal que trabajaba en la casa. Ángel fue además tonelero y trabajó en la Vinícola Gallega y antes de casarse en la fábrica de salazón y conservas que había en la isla de Toralla.

Ramón que era mecánico, trabajó durante toda su vida en la fábrica de conservas de Antonio Alonso, en la zona de A Barxa, igual que su hijo.

Al proclamarse la Segunda República, Ramón presidió el comité provisional encargado de dirigir los destinos del Ayuntamiento hasta las siguientes elecciones.