El filósofo y escritor José Antonio Marina cree que rebajar la calidad educativa sería "mortal en estos momentos" porque si los chicos no se forman para aprovechar "las oportunidades" del "mundo muy competitivo" al que avanza la sociedad globalizada, España se convertirá en "un país de división regional".

Impulsor de la Fundación Educativa Universidad de Padres, Marina ha señalado, antes de intervenir en una charla organizada por la Fundación Barrié en Vigo, que reducir al 4,3% el peso de la educación en el PIB estatal significaría "traspasar la línea roja", pues aún en la frontera del 4,5% "el límite es justísimo para mejorar la gestión, pero por debajo no hay nada que hacer".

Si se confirma la disminución apuntada "habrá que reducir la calidad educativa, y eso para una nación es mortal en estos momentos", ha dicho Marina, temeroso de que España se tenga que acabar conformando con "aquellos puestos y mano de obra que no quieren los demás".

Según José Antonio Marina, "el futuro a medio plazo" depende de "lo bien o mal que lo hagamos en educación", ya que la globalización brindará "muchísimas oportunidades para quien sepa aprovecharlas por la formación que tenga", pero también va a ser "implacable hasta la ferocidad" con quien no las aproveche.

Uno de los principales ruegos que el escritor y filósofo hace a la clase política es que "apueste fuerte" por solventar el "problema dramático" de la tasa de fracaso escolar, superior al 30%, cuando la Unión Europea establece la frontera de lo "soportable" en un 10%.

"Esta vez va en serio: si no mejoramos el sistema educativo al nivel de nuestros competidores, nos descolgamos. Y eso significa un empobrecimiento económico, social y ético, lo que crea mucha desdicha, desigualdad, injusticia y pobreza", ha dicho.

Marina se muestra convencido de que el futuro está en mejorar la formación del profesorado porque, ha argumentado, "mucho dinero invertido con malos profesores no vale para nada. Lo contrario es, sin ninguna duda, mejor que lo otro".

Los tres grandes retos que, a su modo de ver, afronta la comunidad educativa son "¿qué enseñar, cómo, quién y dónde se hace?", respuestas que, cree, "solo pueden dar los profesores", cuyo papel no se limita a dar clases sino también a "cuidar el futuro de la sociedad".

Por lo demás, se ha declarado contrario a la segregación de alumnos en diferentes centros en función de su capacidad de aprendizaje, como también de "tratar a todos por igual", por lo que ha propuesto buscar "una velocidad media" y habilitar "clases de excelencia" para quienes quieran "ir más rápido".