Enrique Suárez Guntín, el entrañable médico de Lavadores que por su comportamiento durante medio siglo en ese barrio llamaron el “médico de los pobres”, falleció a mediodía de ayer sin que nadie esperara el fatal desenlace. Quizás, si un día le hubieran preguntado cómo quería morir, hubiera dicho que trabajando. Y así fue. Enrique Suárez murió en su puesto de trabajo (de combate también porque lo suyo era una lucha por la salud), en esa consulta médica de Lavadores en la que cumplía 51 años. Y falleció por cuitas del corazón consultando a un paciente que, al final, hubo de atenderlo a él ante su letal emergencia cardiaca.

No sufre el que se va y menos Suárez que vivió con plenitud afectiva hasta su muerte inesperada. Sufre el que se queda, y queda el dolor de familia y de incontables amigos, es cierto, pero no puede morir de modo más significativo y simbólico de su vida un médico del pueblo como él: conversando de la salud, auscultando, aconsejando a uno de los paisanos de ese barrio en que recorrió hasta la más inhóspita de sus viviendas para atender incluso al más pobre de sus moradores dando dinero en vez de ser pagado. Él era de aquella generación de médicos, quizás la última, que tenían tiempo para escuchar al paciente, de aquella etapa en que existía una medicina mucho menos curativa pero personalizada, en que los médicos eran “don” y la especialidad se la ponía la gente.

Poco antes de que en su barrio le hicieran un homenaje, en FARO reconstruimos su vida en nuestra sección “Memorias” retrotrayéndonos hasta la de sus padres, esfuerzo biográfico que ahí queda como testimonio de su trayectoria. “He visto marchar a muchos y no hay familia que no conozca en nuestro cementerio”, nos decía él, y ahora le ha tocado estar allí, con los que fueron siempre suyos, los que ya se fueron de ese barrio en el que hubo de atender hasta cuatro generaciones.

Nacido en 1931 en Lavadores, tras vivir ocho años en el centro de Vigo volvió a su barrio en 1940 y en 1951 montó allí su casa y su consulta. Falleció sin esperarlo pero con el afecto y reconocimiento de todos. Tras su entierro en el cementerio de Puxeiros, se oficiará por él un funeral a las seis de la tarde en Santa Cristina de Lavadores.