El otoño de 1911 fue decisivo para la puesta en marcha del tranvía en Vigo, un proyecto intentado ya en dos ocasiones anteriores y que hasta ese momento no había fraguado.

El 15 de septiembre de 1911, FARO DE VIGO se hizo eco de la reunión celebrada el día anterior en el salón de actos de la Cámara de Comercio donde se hallaban reunidas "casi todas las personas que al ser invitadas por la comisión, se habían inscrito como accionistas del tranvía, con cantidades de mayor o menor importancia". El capital reunido ascendía a 1.100.000 pesetas "que con las cantidades comunicadas durante la reunión llegaba a 1.210.000", cantidad que el señor Mirambell consideraba "suficiente para el tranvía urbano y como base para el proyecto amplio y total que se persigue."

Ese mismo día se constituyó la sociedad, con sede en la Cámara de Comercio, que pasaría a denominarse "Tranvías de Vigo Sociedad Anónima".

El antecedente de esa reunión se encuentra "en una fiesta puramente particular que el hijo predilecto de Vigo don Martín Echegaray ha celebrado en el pasado mes de agosto en su isla de Toralla" y en la que uno de los asistentes, Manuel Losada "en una explosión de patriotismo, propuso se hiciera algo práctico por el país y habló de impulsar la realización del tranvía eléctrico de Vigo, para lo que anunció que se suscribía con 200.000 pesetas".

"Acogióse y aplaudióse admirablemente la idea", según la crónica, "y con objeto de hacerla efectiva, siguieron nuevos ofrecimientos económicos."

Asumió la iniciativa la directiva de la Cámara de Comercio, hubo una reunión en el hotel Moderno y se nombró una comisión compuesta por los señores Maestú, Mirambell y Echegaray, que se encargaron de llevar adelante todas las gestiones para la materialización del proyecto y que merecieron la atención casi diaria del periódico en los meses sucesivos.

Se reunieron para ello con don José Curbera, "dueño de un proyecto de tranvía para el que ya se había solicitado la concesión" y con el señor Colomer, "representante de la empresa belga dueña de la concesión proyecto que había empezado a realizarse y quedó paralizado", mostrándose ambos dispuestos a ceder sus derechos con las compensaciones correspondientes.

Hubo dificultades para lograr los dos millones de capital, por lo que FARO no dudó en hacer un llamamiento general pues "ochenta personas de buena voluntad han suscrito más de un millón trescientas mil pesetas, y centenares y aún millares de comerciantes, propietarios y rentistas no han tenido aún el arranque de aportar esa suma. Y no hacemos mención de quien tras haberse apuntado decidió retirarse y otros capitalistas y grandes comerciantes que se han negado a esa magna obra."