Luis Espada recibió el jueves una de las noticias que más le han conmovido en su trayectoria profesional. El próximo 28 de junio recibirá una de las cinco Medallas Castelao 2011 con las que la Xunta premia el esfuerzo de personalidades con un destacado trabajo por Galicia. En este caso se reconoce la labor de un docente e investigador prolijo en cada una de sus facetas académicas y con ganas de seguir trabajando por los vigueses en su papel de Valedor do Cidadán. –¿Cuándo se enteró de que recibiría la Medalla Castelao?

–Me llamaron dos días antes para consultarme y oficialmente el viernes a la una y diez a través del rector. Intuyo que sería la propia Universidad de Vigo la que impulsó la candidatura.

–¿Le da vértigo entrar en este selecto club con figuras como Paz Andrade, Cela o Ánxel Fole?

–Es un orgullo recibirla y figurar en este grupo de personas que han hecho historia de Galicia, cada uno en su faceta. Aunque también tengo claro que la edad y las oportunidades que he tenido de hacer cosas han facilitado la decisión.

–Este año la Xunta premia a tres personas del mundo académico. ¿Es un reconocimiento al papel de la universidad?

–Puede ser que quieran potenciar la universidad a través de profesionales de tres diferentes ramas. Mi función es la docencia, luego la investigación y la proyección social a través de mi trabajo como Valedor do Cidadán. Supongo que habrán valorado una suma de cosas.

–Primer rector vigués, investigador, docente y Valedor do Cidadán. ¿De qué etapa se siente más satisfecho?

–Estoy enormemente orgulloso de haber recibido la Medalla de la Ciudad y es una de las distinciones que más me ha honrado. Soy presidente de la Fundación Vigueses Distinguidos que aglutina a más de un centenar de personas y me gusta el poder reunirnos de forma periódica para trabajar por un viguismo integrador, que significa colaborar siempre con los que tienen que llevar el timón de la ciudad sin meternos en cuestiones políticas. Estoy muy orgulloso de este trabajo, aunque es lógico que todo el mundo recuerde mi etapa como rector porque fue un reto difícil el empezar desde la nada.–Como rector y ahora presidente del Tribunal de Garantías de la Universidad de Vigo ha tenido que ver muchos cambios en la institución...

–Ahora mismo lo estamos comprobando con un libro que vamos a publicar sobre la evolución de la conflictividad en el campus desde 1999. Pero lo más importante es entender que la universidad es un barómetro de la sociedad. Es imposible tener una mala universidad si la sociedad es buena. Los altibajos que se viven en la calle se reflejan en la universidad.

–¿Y tenemos en Vigo una buena universidad?

–Tenemos una institución consolidada, con prestigio y que avanza. Me siento profundamente orgulloso.

–En un contexto de recortes presupuestarios, ¿qué deben hacer las universidades para garantizar un futuro exitoso?

–Lo más importante es disponer de un buen plantel de profesores. La clave es un profesorado que trabaje y un plan de estudios razonable. La universidad supone un gasto enorme y exigía una reflexión, por eso hace unos años analizamos el fracaso escolar. Ahora el escenario es diferente y creo que la adaptación a Bolonia es positiva porque fomenta la interactividad y las tutorías. Hay que propiciar el diálogo con los alumnos, ya no sirve el viejo modelo de llegar, dar una clase magistral e irse. Bolonia nos ha hecho cambiar y obligado a un mayor contacto y cercanía y creo que de esta forma el alumno aprende más. En una palabra, se trata cada vez más de enseñar a pensar.

–¿Cómo recuerda los inicios?

–El rectorado nació en un pequeño apartamento de 50 metros cuadradosen Policarpo Sanz. Nunca olvidaré el día en que la prensa publicaba el nacimiento de la Universidad de Vigo como un gran triunfo y yo miraba alrededor de aquel piso y decía, ¿ahora qué?

–¿Alguien que vivió aquellos primeros años de la Universidad como ve ahora el proyecto de futuro del Campus del Mar?

–Soy un entusiasta. Todos debemos apoyarlo porque lo más importante es que ha logrado unir a toda la sociedad viguesa y eso es impagable. Es una de las pocas veces en que no hay fisuras y me enorgullece. Como todo gran proyecto tiene sus dificultades, pero soy optimista.

–¿Por dónde pasa su futuro personal más inmediato?

–Seguiré trabajando hasta que el cuerpo aguante y con ilusión. Soy profesor emérito de la Universidad de Vigo y continuaré con mi labor de interlocutor como Valedor.

–¿Qué aplicaciones prácticas tiene la figura del Valedor do Cidadán?

–Cada mes se realizan en la web 1.700 descargas de nuestros estudios sobre diferentes problemáticas de Vigo. El año pasado nos entrevistamos con más de 850 ciudadanos y la realidad que vimos condicionó el último libro que está en imprenta sobre la pobreza y el riesgo de exclusión social. Queremos que la metodología de estos informes sirva luego para otras ciudades españolas.

–¿Ha sentido siempre que se respetaba su trabajo?

–Hemos multiplicado por cinco el número de ciudadanos atendidos y es cierto que al principio había dificultades para que los concejales nos contestaran, pero esto es como un orvallo continuo y en general la respuesta ha mejorado y hemos podido resolver el 88% de los casos, el 65% a favor del recurrente.

–¿Nunca le ha tentado la política pese a trabajar tan próximo a la administración?

–Una de las condiciones para asumir el cargo de Valedor es no pertenecer a ningún partido. Mi papel es analizar lo que sucede, no interpretarlo. Y además mi problema es que me apasiona la docencia. Incluso siendo rector seguí dando clase, lo disfruto. Siempre prevaleció en mí mi labor docente y mi afición por el Celta. En 20 años como socio creo que como mucho me habré perdido una docena de partidos en casa.