Marcaba el límite entre Vigo y Lavadores y su origen y desarrollo está íntimamente ligado al trazado de la carretera de Vigo a Villacastín, que partía de la Porta do Sol hasta el Alto de Puxeiros atravesando el Concello de Lavadores.

O Calvario es mucho más que un barrio y eso se refleja en el libro que acaba de publicar la Asociación de Comerciantes y Empresarios de la zona. Fotos antiguas y textos evocadores para mostrar una parte de la ciudad especialmente dinámica y con personalidad propia.

Para unos expertos, el nombre de O Calvario viene de cima sin árboles, pelada, mientras que para otros, procede de un antiguo cruceiro o calvario instalado al borde de la carretera, en el cruce con el Camino de Riomao. Estaba sobre un pedestal rodeado por columnas e iluminado con farolas y su memoria se pierde en los primeros años del siglo pasado, cuando se desplomó y sufrió algunos desperfectos. Una parte se conserva en un lateral de la iglesia de Santa Cristina.

En el prólogo, Camilo Nogueira, "do Calvario de Lavadores, do lugar de Riomao" reconoce que no tiene que recurrir a la memoria de la familia "para relatar as mudanzas que experimentou Lavadores. Baste con dicir que cando era un rapaz, desde Vazquez Varela (praticamente desde a "casa blanca" que lle deu nome a todo un bairro, enfrente do muro da Estacion) até onde comezaba Lavadores nos Choróns pola parte direita non existía máis que o Campo de Caralladas e no alto as ruinas dun pazo no que morara Concepcion Arenal, limitando co bairro de Ribadavia. Os Choróns, os salgueiros por outro nome, foron deturpados co Llorones da parada do tranvía. No Campo de Caralladas triunfábamos xogando ao fútbol os rapaces de Riomao. No espazo do que serían a Travesía de Vigo e a rúa Aragón xogábamos tamén sobre o chan de terra"

Otro de los textos que forman parte de esta publicación corresponde a lo escrito por Francisco Fernández Del Riego en su libro "Vigo Sentimental". Evoca don Paco un barrio que se caracterizaba por ser mitad obrero y mitad agrario" Había fielatos para controlar las mercancías que entraban en la ciudad. Uno de los más importante estaba instalado en el cruce de Os Choróns. Eran casetas cuadradas, unas pequeñas y otras más grandes. Tenían casilleiros para controlar a la gente que pasaba a pie y para la que viajaba en el tranvía, principalmente obreros que se desplazaban a sus trabajos y mujeres que llevaban productos para venderlos en la plaza. Su función consistía en imponer una tarifa especial para bultos y cargas.