José García Costas es uno de los referentes empresariales y sociales de Vigo. El próximo viernes Alberto Núñez Feijóo le impondrá la Medalla de Oro del Club de Empresarios. Él la recibe con "ilusión y orgullo" y abogará por la necesidad de arrimar el hombro para salir de la crisis. "Vigués y viguista", dice defender ante todo los intereses de la ciudad, "y si eso es localismo, yo soy el más localista de todos".

– Tiene un punto de morbo que le entregue precisamente la medalla el presidente de la Xunta con el que se las tuvo tiesas durante la fusión de las cajas... ¿Pelillos a la mar?

–Mire, yo tengo mucha afinidad con el presidente gallego pero también la tengo con mis hijos y discuto con ellos. Ofrecer distintos puntos de vista no significa enemistad. Yo espero que eso nunca ocurra con Alberto Núñez Feijóo. Es más, cuando se me preguntó quién quería que me impusiese la medalla, yo dije que el presidente de la Xunta.

–Pero no negará que es infrecuente que en asuntos clave se mantengan posiciones discrepantes frente a la doctrina oficial, y todavía más aguantar el tipo hasta el final.

–Yo soy muy fiel a mis principios. Defenderé toda mi vida aquello en lo que creo, siempre y en todo lugar. Es imposible que alguien me haga cambiar de opinión si yo no creo en lo que se me está diciendo. Y los que piensan que yo no aguanto el tirón es que no me conocen.

–¿Esa actitud en el asunto de las cajas ha contribuido a cambiar su imagen entre dirigentes de izquierda que le veían como una extensión del PP?

–En determinados asuntos clave, no sé muy bien qué diferencia hay entre ser de izquierdas y de derechas. Yo solo sé la diferencia que hay entre ser consecuente en la defensa de los intereses de una ciudad que te ha visto nacer y crecer y no serlo.

–¿Usted tiene amigos de izquierdas?

–Por supuesto y me llevo muy con ellos. ¿Sorprendido?

–En esta ciudad existe una larga tradición de líderes que defienden primero al partido y luego la ciudad...

–Yo no fui ni soy ni seré nunca político aunque haya gente que me regale los oídos con alabanzas y cosas raras, con eso de "que tú podías ser, tú podías llegar, yo te votaría y reclutaría gente..." Yo eso no lo escucho. No sé si nací empresario, pero crecí como empresario y así acabaré.

–No hace falta ser un profesional de la política para tener una visión sobre la ciudad...

–Claro que no, pero cuando digo político me refiero a formar parte de un partido que puede llegar anteponer sus intereses a los de los ciudadanos. Yo en eso no creo, aunque estoy viendo cómo se practica de una manera imprudente y desacertada. A los políticos me paso el día pidiéndoles que gobiernen para los ciudadanos, que piensen en ellos y que se olviden de las siglas y de las elecciones.

– Primero Vigo y luego las siglas del partido.

– Primero Vigo, el bienestar de sus ciudadanos, su comodidad, y después, al fondo, las siglas. Y eso aquí no se hace.

–Usted está próximo al PP...

– No me refería a unas siglas concretas [interrumpe]. Todo el mundo que me conoce sabe cuál es mi ideología, de qué pie cojeo, pero mi voto no ha estado, no está y no estará nunca hipotecado.

– ¿Cuando fue la última vez que le hicieron una oferta para integrar una lista electoral?

– Anoche [por el viernes] unas personas importantes de esta ciudad me preguntaron si no había pensado en hacer algo más por Vigo. Pero yo a todo eso no le doy ninguna importancia.

– Echando la vista atrás, ¿de qué está más orgulloso?

– De la familia que tengo. Ese es mi gran éxito, y mi mujer tiene un papel preponderante en él.

– ¿Cuál diría que es su mayor virtud como empresario?

– Pensar mucho las cosas antes de hacerlas, pero cuando me decido, nada ni nadie me tuerce el brazo. Entonces voy a muerte.

– ¿Recuerda cuándo ganó su primer millón de pesetas?

– No toco el dinero. Recibo unos emolumentos fijos cada mes que son ingresados en una cuenta de mi mujer y me permiten llevar una vida cómoda.

– Vamos, que ella le da una paga y va tirando...

– Las finanzas familiares son cosa de mi mujer. Yo llevo muy poco dinero en el bolsillo; lo toco muy poco porque utilizo tarjetas. Pero le diré que a mí el dinero solo me ha servido para seguir creciendo. Para nada más. Yo no llevo una vida ostentosa. Tengo un coche normal, una casa de veraneo que compré hace muchos años en Prado, una vivienda en el centro de la ciudad donde me siento cómodo... Pero no tengo barco deportivo, salvo los doce o trece que están a la venta en una de mis empresas y que por desgracia no salen.

– La gente no le va a creer cuando lea que el dinero no le importa...

– Yo no he dicho eso [interrumpe], sino que el dinero solo lo quiero para crecer, y los que me conocen saben que es así.

– ¿Usted sabe lo que tiene?

– Más o menos.

– Quizá su mujer lo sepa...

– Mucho peor. Hace muchos años que mi mujer me firmó un poder absoluto para que yo pueda disponer de todo. Ella no quiere saber demasiado de esas cosas porque confía en mí. Recuerdo que el notario en su día le advirtió "señora ¿usted sabe lo que firma?", y ella le contestó que sí. Yo espero no defraudar nunca esa confianza.

– Usted tiene o forma parte de un montón de empresas, ¿para qué más?

– Cada uno es feliz a su manera. Algunos lo son navegando o yendo a la nieve o haciendo turismo. Yo nunca me tomo más de ocho días de vacaciones, porque al séptimo ya empiezo a aburrirme y a echar de menos el trabajo. Yo soy feliz así: trabajando, yendo a Balaídos, jugando al mus los sábados...

– Tiene un hijo que está en su negocio, ¿qué ve en él que usted no tiene?

– Formación. Yo echo de menos no haber tenido una formación técnica adecuada. Por eso a mis hijos siempre se lo dejé claro desde pequeños: en esta casa se estudia, pero ojo presentando notas, o se trabaja.

– ¿Se imagina que le hubiera salido un hijo sindicalista?

– No me lo imagino. La realidad es suficientemente compleja como para imaginarme eso que usted me pregunta y que raya la ciencia ficción.

– ¿Tiene algún familiar director en el paro?

– Directo, no, pero vivo el paro a diario y es el gran drama y la peor secuela que nos dejará la crisis. El paro solo genera paro.

– ¿Cuando despide trabajadores siente algo especial?

– Cuando doy la orden de no renovar un contrato, pienso en el problema que va a tener esa persona, pero también en la viabilidad de la empresa y en conservar el resto de empleos.

– Cortar un dedo para salvar la mano...

– Si puedo, solo corto la uña, porque sé que crece, pero si tengo que cortar un dedo para salvar la mano, lo hago sin que me tiemble el pulso.

– ¿Le han dicho muchas veces que no?

– Yo procuro proponer las cosas después de haberlas estudiado mucho para que la gente que me podría decir que no me diga que sí. Y la verdad es que recibo muy pocos noes.

– ¿Cuando fue la última vez que se equivocó?

– Me equivoco todos los días.

– ¿Y cuándo fue la última vez que alguien le dijo que se había equivocado?

– No lo recuerdo.

– ¿Qué tiene Vigo para haberse cargado tantos alcaldes?

– Vigo ha tenido tradicionalmente poca suerte con sus dirigentes. A mí me gustaría que la clase política estuviese más valorada, diese más motivos de ilusión. Yo tengo amigos que han estado en la política durante un tiempo y se han ido asqueados, horrorizados. Pero es verdad que ésta es una ciudad que se traga alcaldes, quizá porque no valora a su clase política y termina devorándola. Vigo es una ciudad difícil, en la que la gente va a lo suyo; una ciudad sin iconos alrededor de los que arrimarnos. Lo cierto es que entre todos nos cargamos a los alcaldes casi cada cuatro años.

– ¿Es ingobernable?

– No, se puede gobernar.

– ¿Como una empresa?

– Está claro,. Yo no sé pronunciarme de una forma distinta aunque a lo mejor suene mal, políticamente incorrecto. Yo sé que el mundo de la política es diferente: hay que atender a muchas personas, colocar a gente del partido... En fin, que su lenguaje es distinto al mío. Además los alcaldes se suelen rodear de un núcleo fuerte de gente muy limitada, cuyos méritos tienen que ver más con el partido que con su formación o profesión.

– No sé lo que pensarían sus empleados de su visión...

– Estoy seguro de que mis empleados la compartirían, al menos aquellos empleados que considero más importantes.

– ¿A los funcionarios hay que pagarles por productividad?

– Por supuestísimo.

– ¿Siente envidia de otras ciudades?

– En absoluto. Yo siempre digo que Paco Vázquez, que dirigió A Coruña muchos años y con una popularidad importante, en Vigo no tendría sentido. No sería un modelo exportable. Aquí Vázquez acabaría...

– ¿En la ría...?

– Sí, más o menos. Vigo es especial, donde el viguismo...

– ¿El viguismo? No sé si ese término le gustará a Feijóo...

– El viguismo no es haber nacido en Vigo, sino sentir la ciudad como algo propio.

– Desde la Xunta se reprocha el "localismo" de Vigo por el conflicto de los aeropuertos, pero el PP de A Coruña y Santiago defienden a sus ciudades...

– Es verdad que el PP de A Coruña defiende a su ciudad, pero su gobierno local pone 2,6 millones para financiar más vuelos. Ese es un punto importante.

– ¿Y la ciudad de Santiago, que se lleva el grueso de los vuelos, cuánto paga?

– Cero. Santiago tiene la ventaja de ser la capital, al menos política, de Galicia, y eso les hace ser "merecedores" de muchas cosas. Santiago cree que está en posesión de la verdad, que es el centro de Galicia, no solo geográfico, y claro como encima hay mucha gente que le da la razón, así estamos. De Santiago habría mucho que hablar. ¿Qué es Santiago? Dejemos de lado la fuerza que ejerce la política, el aparato de la Xunta... ¿Qué queda detrás?: Una ciudad cuya provincia es A Coruña. Es más, si ahora mismo pudiésemos dibujar una Galicia racional, el aeropuerto de Santiago es el que no tendría sentido. Debería haber uno en A Coruña, otro en Vigo y el tercero sería el de Oporto, porque entonces sí habría una equidistancia racional que cubriría todo el territorio. Pero, que quede claro, nuestro enemigo no es Santiago y A Coruña. Nuestro enemigo está al sur: Oporto.

– Qué discurso "localista"...

– Yo no soy localista. Yo soy vigués y defiendo a mi ciudad por encima de todo, y si eso es ser localista, pues yo lo soy. En Vigo no pedimos nada especial, no queremos más que los demás, solo estar en las mismas condiciones y si eso alguien lo tacha de localista, yo soy el más localista del mundo. Más claro imposible.

– Cuando el Gobierno de la Xunta y de España decidieron establecer el puerto exterior en A Coruña o la Cidade da Cultura en Santiago, nadie habló de localismo...

– El puerto exterior es un disparate en el que nadie sabe cuánto se va a gastar, hay gente que dice que aún necesita mil millones más de lo ya invertido, y nunca será operativo ni seguro al 100%. Y respecto a la Cidade da Cultura nunca entendí ese dispendio, porque si va a ser muy difícil terminarlo, mantenerlo sin contenido va ser más. Son dos solemnes disparates.