Vigo en la primera década del siglo XIX era una villa pujante, con unos cuatro mil habitantes, un movimiento portuario en constante crecimiento y que tenía en el mar su principal vía de comunicación, pues carecía de carretera con el interior de la península.

La antigua villa se conserva casi tal cual y coincide con el Casco Vello, con la salvedad de que ya no existen las murallas que a petición popular fueron derribadas a mediados del XIX, y que la apertura de la calle Elduayen dividió en dos al barrio cuyas calles y plazas mantienen en gran parte o han recuperado los nombres de antaño.

Entre el material didáctico de que dispone el Museo Municipal "Quiñones de León" se encuentra una detallada guía denominada "Vigo 1809. A Reconquista", elaborada por Beatriz Cebrián en la que se señala que en ese año,Vigo tenía "dos castillos, el de O Castro y el de San Sebastián, ambos del siglo XVII, el mismo de las murallas que rodeaban la villa y que tenían seis puertas: Falperra, Berbés, A Laxe, Gamboa, Sol y Placer que se abrieron coincidiendo con las principales vías de comunicación hacia el exterior". Así, la del Sol comunicaría con la carretera de Castilla, lo que hoy es la calle del Príncipe, la de la Gamboa con la de Pontevedra y la de O Berbés con la de Baiona. Extramuros quedaban los barrios del Areal, A Falperra y O Berbés.

El caserío era generalmente de pequeñas dimensiones, tal como permanece en la mayor parte del Casco Vello, con viviendas señoriales vinculadas a las élites de la villa en llamativa contraposición, y las calles estrechas, tortuosas y con fuertes pendientes, circunstancia que sigue caracterizando al barrio histórico de la ciudad. Social y profesionalmente abundaban los artesanos y los marineros, de ahí calles con nombres vinculados a oficios como Cesteiros, Ferrería o Pescadores.

En la cima de la villa estaba el castillo de San Sebastián, del que hoy sólo se conservan parte de las murallas y es donde se levanta el actual Palacio Municipal, en cuyo recinto hubo un hospital militar "y situado fuera de la ciudad, a distancia de un tercio de milla en la llanura de la cumbre del Castro, de donde toma el nombre, está el fuerte que es el más importante porque domina la población y la bahía". En su "Descripción Topográfica de Vigo", Taboada Leal referencia la existencia de "una sola iglesia parroquial o Colegiata, un convento de monjas de la Orden tercera (en el Areal, haciendo esquina a lo que hoy es la calle Inés Pérez de Ceta en referencia a la fundadora del cenobio y que antes se llamaba Hospital) y otro que fue de frailes franciscanos, donde está establecida la Casa de Beneficiencia, tiene una buena capilla, titulada de la Misericordia y Casa Consistorial", que estaba en la plaza Mayor o Pública, hoy de la Constitución, que prácticamente mantiene la estructura de entonces y en la que los sábados se celebraba mercado y tres ferias al año.

Plazas

En la otra plaza, la de la Pescadería o Alfóndega, hoy de la Princesa, se vendía carne y pescado y estaba el repeso. Los días de mercado se vendían en ella granos, harinas y cereales así como otros comestibles. Dando a esa plaza y a la Porta do Sol se construiría en 1832 el que durante varios años fue considerado "el mejor teatro de Galicia".

La plaza de Almeida, en honor del oficial portugués que participó en la Reconquista, era conocida como Plaza Vella. El edificio que la preside, hoy sede del Instituto Camoêns es el edificio civil más antiguo de Vigo, pues se cree que es del siglo XVI. El escudo de la fachada es de la familia Pazos Figueroa y es también conocido como Casa Arines. Importante en la villa de entonces era la calle Real, antes Rúa da Faixa que enlazaba la iglesia de Santa María con el Berbés "y cuenta con edificios de interés como la Casa López Araújo que entre 1820 y 1823 sería sede del gobierno de la provincia de Vigo".

En A Pedra, un espacio sin urbanizar y que en ocasiones se definía simplemente como "sitio", se celebraba cada primero de año, después de la misa de la Colegiata y al toque de campana tañida, un cónclave vecinal en el que en presencia de la justicia y regimiento y durante una asamblea abierta se escogían a los representantes en el concejo, los llamados procuradores generales del gremio de la mar.

El viejo templo medieval que se levantaba donde está la Colegiata desde 1836 y albergaba la imagen del Cristo de la Sal, fue reformado en dos ocasiones y demolido en 1813 debido a su mal estado. Un pretil en el atrio de la iglesia protegía al olivo, árbol de marcada simbología religiosa y en un costado estaba el primitivo camposanto.

El barrio de O Berbés fue uno de los ejes del crecimiento de Vigo. Existía ya en el siglo XV con dedicación marinera y fue durante mucho tiempo el pulmón económico de Vigo, incluido el período de la Reconquista. Las edificaciones se alineaban desde la puerta de la Ribeira hasta el convento de Santa Marta, siguiendo el arco de la ensenada. El mar llegaba prácticamente hasta los soportales donde se guardaban los aparejos y las barcas, ya que los moradores vivían casi en su totalidad del trabajo de la mar, con presencia de pequeños armadores dueños de una parte o quiñon de embarcaciones de pesca.

Las fuentes

Había entonces en la villa cuatro fuentes de bastante caudal, pero sólo dos, las llamadas de Neptuno y Angelote eran de aguas potables, "y aunque las dos se hayan tan inmediatas que parecen continuación una de la otra, el agua de la del Angelote es menos fresca y grata que la de Neptuno. La de las otras, llamadas de Vigo y de la Ribera o dos Cans no es potable". El agua de la fuente de A Barroca, en el otro extremo del caserío, era "selenitosa o salobre… no es grata su bebida, pero sirve para varios usos del vecindario."

Con el siglo XIX se inició una etapa de fuerte desarrollo de la villa. Señala Juan Miguel Gonzalez Fernández que con la llegada de ese siglo, comenzó la incipiente ocupación de áreas periféricas extramuros que anunciaban la futura unión entre O Berbés y A Falperra. El arrabal de A Falperra se prolongaba desde la Porta do Sol hacia el Oeste hasta confinar en Peniche con la parroquia de Santomé de Freixeiro. Las casas flanqueban a uno y otro lado, los dilatados viales de A Falperra y Santiago. Al finalizar la primera, en la fonte de Romil, se bifurcaban los caminos de carro que iban a Tui y Baiona. En la calle de A Falperra se construyeron en 1801 las primeras aceras de Vigo a costa de los vecinos. Aquí se erigía la picota o rollo, símbolo de la jurisdicción señorial que ejercía el obispo de Santiago y lugar de escarnio ejemplarizante para los delincuentes. En su composición social, la continuidad con O Berbés, comunicado por la pendiente de A Barroca, quedaba de manifiesto en el predominio marineros y menestrales.

Fuera de las murallas y paralelo a ellas, en dirección Norte- Sur desde la Porta do Sol se extendía el barrio de O Salgueiral, con menos habitantes debido en buena medida a lo escarpado y húmedo del terreno. Lo habitaban gentes de humilde condición y en él se fueron instalando los hornos de cocer pan, al exigir la normativa municipal que se alejaran del perímetro urbano para evitar la propagación de incendios.

Los destacamentos militares de guarnición en Vigo, que contaban con hospital propio, contribuyeron, junto con el aumento de población, a que el cementerio de La Colegiata resultase insuficiente por lo que en 1809 se abrió el de Picacho sobre un terreno aforado de 480 varas, "en un paraje solitario y bien ventilado" y que funcionó hasta 1898.

José Luis Pereiro en su libro "Desarrollo y deterioro urbano de la ciudad de Vigo" señala que en la primera década del siglo quedó patente la necesidad de un proyecto de Nueva Población que se concretó en el encargo por parte del Gobierno al general ingeniero director de la Marina, José Muller, de una nueva población situada sobre la playa del Areal, al Este del recinto amurallado. Como antecedente del mismo existe un plano de la ciudad en el Archivo Histórico Militar fechado en 1807 de gran interés pues se considera el primer documento de ampliación de la ciudad.

El aumento de población se proyectaba al Este, sobre el frente de la puerta de La Gamboa. Al Norte, sobre la batería de A Laxe estaba prevista la construcción de un nuevo muelle a través del cual se accedía a la nueva población. En el recinto amurallado se llevaba a cabo una remodelación total, lo que para Pereiro se trata de la primera reforma interior de la ciudad que se conoce, desarrollada en general en manzanas rectangulares en torno a la plaza Mayor, hoy de la Constitución, que se aumentaba y regularizaba. En la parte alta de la ciudad, cerca del castillo de San Sebastián se preveía la construcción de un hospital para la población.