La fase de interrogatorios a los acusados del derrumbe del edificio Odriozola, ocurrido en 1999 y que le costó la vida a una mujer de 65 años, concluyó ayer tras tres intensas jornadas. Una de las imputadas que subió al estrado fue la arquitecta autora del proyecto básico en el que se basó la demolición del inmueble contiguo al siniestrado. Aunque promotores y aparejadores aseguraron en la "macrovista" que la profesional no les comunicó que dejaba la dirección de obra –algo que dijeron conocer sólo tras el derrumbe–, la mujer fue tajante al afirmar que presentó su renuncia a dirigir la demolición, en la que no participó, con un escrito remitido al Colegio de Arquitectos ocho días antes del desplome. La técnico fue contundente al valorar lo que debería haber hecho la empresa mientras no hallaba arquitecto sustituto: "Debieron parar la obra, no tendría que haberse iniciado, aunque fuese la demolición de la caseta de un perro; en los trabajos en los que participo estoy presente varias veces al día y aún así se duerme mal; y si hubiese dirigido esa demolición estaría allí, para ver lo que había y porque muchas medidas se toman sobre la marcha".

A María José E.P. sólo la imputan acusaciones particulares. El fiscal sostiene que "no es responsable del derrumbe de la pared medianera ni de sus consecuencias" porque el 23 de febrero de 1999 –el desplome fue el 2 de marzo– presentó la carta en la que renunciaba a la dirección técnica de obra y derribo. Así lo corroboró la arquitecto, que era nuera de uno de los socios de la empresa propietaria del inmueble a demoler. La separación de su marido fue precisamente lo que la llevó a renunciar: "Le dije a mi pareja que se lo comunicara a su padre; ya no quería tener nada que ver con la familia". También se lo trasladó, aseguró, al aparejador que la telefoneó para comunicarle que empezaban los trabajos –este técnico lo niega–: "Al día siguiente renuncié; me desentendí y no me correspondía cerciorarme de si había otro arquitecto o de si se seguían las instrucciones del proyecto".

Salió a la luz que su separación vino en parte motivada por "discrepancias" que como arquitecta tuvo con la sociedad de la que formaban parte su suegro y un cuñado. "Antes, en una obra en la avenida de Madrid, se me dijo que no fuera en la fase de excavación y cimentación, lo que me parecía denigrante y me hizo sospechar", contó, para añadir que en esos trabajos no se acató a una directriz suya y "medio Vigo se quedó sin agua".

Pese a no participar en el derribo, hizo el proyecto básico. Admitió que no se hizo estudio del muro medianero del Odriozola y aclaró que es a pie de obra cuando se suelen adoptar medidas al ver cómo se desarrolla el trabajo y cómo responden las estructuras. Aunque de forma "hipotética", admitió que hubiese tomado medidas que no se ordenaron en esta demolición.