En los años sesenta, grandes joyas arquitectónicas gallegas fueron recubiertas con cera de abeja fundida para preservarlas de la humedad y la lluvia, pero el paso del tiempo ha demostrado que esta técnica lo que hizo en realidad fue deteriorar la superficie de la piedra y provocar desconchones. Ante la ineficacia de los actuales métodos de restauración, que destruirían las delicadas figuras talladas sobre el granito, un grupo de investigadores de la Universidad ha desarrollado un sistema pionero de láser para la limpieza de monumentos. En pleno Año Santo, la Xunta acaba de aprobar una subvención para que este equipo dirigido por la catedrática Betty León realice pruebas de limpieza en el friso renacentista del claustro de la catedral de Santiago.

El convenio con la dirección xeral de Patrimonio tendrá una duración de doce meses y un presupuesto de 70.000 euros. Los investigadores actuarán en la parte norte, la más castigada, y, en concreto, en una superficie de alrededor de un metro cuadrado donde ya resulta imposible aplicar otro tipo de técnicas. "En otras zonas menos deterioradas utilizaremos los métodos tradicionales para comparar su efectividad con la del láser y, si todo sale bien, en una segunda etapa se limpiaría todo el friso", explica León.

El grupo de Nuevos Materiales, integrado en el departamento de Física Aplicada, comenzó a aplicar el láser a la limpieza de monumentos en 2004 y, fruto de este trabajo, acaba de registrar en Estados Unidos la patente de un sistema novedoso que antes de eliminar la cera que recubre el granito detecta y mide su espesor.

Fue la empresa de restauración Tomos, con sede en Vigo, la que propuso a los investigadores del campus esta línea pionera. El primer proyecto en común contó con financiación del plan gallego de I+D+i y la colaboración culminó con la limpieza de una pequeña voluta del friso renacentista.

Junto a Betty León participaron en el estudio Stefano Chiussi y Aldara Pan, que realizó una tesis doctoral con calificación cum laude por unanimidad a partir de estos trabajos.

Además del claustro de la Catedral compostelana, otros monumentos como la fachada de San Martín Pinario o la Colegiata de Santa María del Campo, en A Coruña, sufren los efectos negativos de la cera de abeja.

La naturaleza porosa del granito hace que éste absorba la humedad del ambiente y el subsuelo y que concentre sales minerales en su interior. La capa de cera tapona su salida al exterior, de forma que la piedra se va deteriorando y la capa más superficial puede llegar a romperse. "En un sillar normal, que se desprendan uno o dos milímetros de piedra no es representativo, pero en una pieza tallada como el friso renacentista supone que los volúmenes más significativos, los detalles y las sutilezas se pierdan", advierte Marta Becerro, restauradora de Tomos.

Los investigadores trabajaron con distintos tipos de láser para determinar el más adecuado y los compararon con las dos técnicas convencionales: limpieza mecánica –que se realiza a mano con un bisturí– y utilización de disolventes.

"Las pruebas de laboratorio y las realizadas con la muestra real determinaron que la efectividad era buena y que no afectaba a la piedra, como sí ocurre con la limpieza mecánica. Incluso los tiempos son competitivos. Las operaciones con láser cuadriplicaban e incluso quintuplicaban la velocidad de los trabajos con disolventes y bisturí", destaca Aldara Pan.

La limpieza con láser permite concentrar la atención en zonas microscópicas o grandes superficies, así como seleccionar capas de la piedra sin afectar a otras. "Y además de ser menos agresivo con el granito también lo es para la salud del restaurador porque no es tóxico", apunta Marta Becerro.

En los trabajos que se acometerán ahora en el claustro compostelano también se estudiará cómo "consolidar" la piedra tras retirar la cera, pues de alguna manera la mantiene en su lugar, y se analizará la viabilidad económica de esta novedosa herramienta.