Peinador ha dejado de ser competitivo principalmente para la exportación de pesca fresca. La actividad que constituye uno de los motores económicos de la ciudad y en la que Vigo es líder indiscutible ha huido hacia Vitoria en busca de mejores instalaciones. El aeropuerto vigués pierde a la semana decenas de vuelos con pescado y marisco fresco porque carece de cámaras de frío adecuadas y sólo mantiene las conexiones con las Canarias y Barcelona porque, en el primer caso, el viaje en barco dura más de dos días y los productos pierden calidad y, en el segundo, la distancia por carretera aún no compensa el sobrecoste de las conexiones aéreas.

Son dos casos excepcionales, pues aunque parezca extraño, el aeropuerto que hace apenas tres años consiguió establecer a través de la sociedad Mar de Vigo rutas de pesca fresca a Mauritania, Senegal y tenía previsión de ampliarse a Sudamérica y Canadá, ve ahora cómo queda relegado en este tipo de operaciones.

El transporte de piezas de automoción y pescado congelado está cayendo pero es menos exigente en cuanto a instalaciones. Sin embargo, los víveres perecederos necesitan unas condiciones de conservación severas y es ahí donde falla la terminal viguesa. Lo denuncia López Novoa, una empresa de pescado y marisco puntera en la comercialización de productos frescos cuyos responsables no dejan de asombrarse de que "el primer puerto pesquero tenga como aeropuerto base Vitoria".

Los empresarios avisan de que Peinador no reúne las condiciones para este tipo de productos y que Santiago "está limitado", lo que ha derivado el grueso de estos vuelos al País Vasco, donde se instalaron ya empresas de Vigo que trasladan el producto por carretera hasta Vitoria y desde allí distribuyen. Y el mismo camino a la inversa realizan los importadores de pesca congelada, que trabajan también con Madrid y aeropuertos satélite como Guadalajara, desde donde distribuyen por carretera a un precio de 10 céntimos por kilogramo de carga, frente al euro por kilogramo del transporte aéreo.