Sólo dos de cada diez universitarios vigueses matriculados en el último curso compatibilizan el horario académico con el laboral. El perfil del alumno- trabajador es el de un estudiante que ha cumplido o supera los treinta años, está empleado a tiempo parcial en el sector privado y desarrolla una actividad poco o nada relacionada con los estudios que realiza.

Son datos extraídos del "Estudio sobre la transición del alumnado al trabajo" realizado por el Tribunal de Garantías que preside Luis Espada y que ayer presentó ante el Claustro. El documento se basa en las encuestas realizadas a 881 estudiantes de último curso en noviembre de 2009.

La investigación revela que la tasa de ocupación es inversamente proporcional al nivel de estudios de los padres y que la principal fuente de ingresos de los encuestados son las aportaciones familiares (75,7%). Sólo el 27,6% tienen becas.

La mayor concentración de universitarios empleados se registra en las carreras humanísticas y experimentales, un 24,1% y un 22,2%, respectivamente. En las tecnológicas sólo compatibilizan apuntes y trabajo un 19,6% de alumnos y en las jurídico-sociales, el 18,4%.

La ocupación es similar entre hombres y mujeres, pero difieren en el tipo de trabajo. Ellos son, en mayor medida, becarios, autónomos –una ocupación que no acredita ninguna de las entrevistadas– o colaboradores en la empresa familiar, mientras que ellas prefieren las clases particulares y los empleos en la administración y en el sector privado.

Por facultades, la de Ciencias de Ourense, en la que se imparten Ciencia y Tecnología de los Alimentos e Ingeniería Técnica Agrícola, encabeza el "ranking" de estudiantes-trabajadores con una tasa del 39,3%.

Le sigue Ciencias de la Educación y del Deporte, en Pontevedra, con una ocupación entre sus matriculados del 38,1%; y las escuelas de Ingeniería Industrial y Fisioterapia, con un 33,3% cada una.

En el otro extremo se encuentran dos facultades del campus de Ourense: Derecho, donde el 92,3% de sus alumnos de último curso ni trabajan ni buscan empleo; y Ciencias de la Educación, donde sólo reciben un salario el 13,4%.

Un 17,8% de los encuestados contestaron que habían buscado un empleo durante el último semestre, sobre todo, los de las carreras tecnológicas (un 22,8%). Entre las dificultades que señalan para no encontrarlo destacan la falta de oferta (un 36,2%), las dificultades de horario (30,3%), la poca experiencia (25,7%) o el bajo salario ofrecido (6,6%).

Respecto a las intenciones una vez terminada la carrera, el 22,6% de los estudiantes de último curso tienen previsto seguir cursando un máster, el 20,9% aspira a ser profesional de alto rango y el 14,3%, funcionario o profesor. En las carreras humanísticas, la académica es la salida de cuatro de cada diez alumnos.

Las expectativas sobre la inserción se reducen a medida que se cumplen años y los más optimistas respecto a sus posibilidades son los estudiantes de la rama tecnológica – el 81,3% está muy satisfecho con sus posibilidades– y la humanística (un 79,3%).