¿Qué motivo explica el nacimiento de una nueva fiesta gastronómica en el país de las mil y una exaltaciones populares de la cocina? En el caso de Bembrive, que ayer estrenó su primera convocatoria centrada en el menú de cerdo, la razón está clara: Recaudar fondos para las fiestas más insignes del barrio ante el encarecimiento de las orquestas. Claramente lo afirma el presidente de la asociación de fiestas, Camilo Lago Sendín, al que casi se le escapa el nombre de la cotizada actuación que negocia la comisión para las fiestas de Santiago; "las más caras", explica.

No en vano, contaron con la colaboración de la Diputación, el Concello de Vigo y la entidad local menor de Bembrive, cuyos titulares también se dejaron ver por la fiesta al mediodía.

Otro motivo del festejo: la querencia de las gentes del lugar por el "marisco de cortello", que sirvió de aperitivo a las "cacheiras" que servirán por la festividad de San Blas –muy celebrada en la localidad– el próximo 3 de febrero. Los vecinos, llamados por la carne, los furanchos y la música folk, también respondieron como debían en el "torreiro da festa". Actuaron entre otras "Cans de palleiro", "Lume de candela" y la banda de música "Ateneo Musical de Bembrive". Difícil estimar el número exacto de comensales pero, próximos al millar debieron andar, según precisa el vicepresidente de la comisión, José Ocampo, ante el número de raciones servidas. Casi setecientas entradas las tres de la tarde. En los fogones, las cocineras como Florinda Seijo llevaban desde las ocho en pie de guerra. Unas veinte personas, entre ellas José Luis Cheillada y David álvarez Merelles se encargaron barra adentro de que no faltase nada.

Y con las mesas extendidas bajo una carpa –que no fue precisa, finalmente por el buen tiempo– y una pulpeira, además de un cesteiro y rosquilleiras los comensales se apostaron por todas partes. La organización dispuso de unas mil raciones, que llevaban –entre otros productos– cuatrocientos kilos de "cacheira". El precio no muy caro (10 euros) completaba el atractivo del producto con plato inscrito, taza y cubiertos.

Lo que no se vendían eran las curiosas camisetas con el logotipo de la fiesta, que no dejaban de destilar ironía: una "cacheira" de cerdo con pinzas de marisco. "Le faltan dos patas más, se las pondremos para el año", bromeó el presidente de la organización, Camilo Lago Sendín; un atento anfitrión del manjar, que no apartó el oído de los comentarios de las mesas. "Satisfechos", aseguró.

Aprovechando, se repartieron miles de folletos promocionales con planos de los bares, tabernas y furanchos –que suman veinticinco– y que abrirán en la festividad de San Blas, el santo que coincide en el calendario con la llegada de las cigüeñas.