Desde el año 2001 Antonio Batista posee su testamento vital. Asegura que como secretario de la asociación Derecho a Morir Dignamente no lo hace por predicar con el ejemplo, "sino porque no me gustaría sufrir en el caso de padecer una enfermedad irreversible", explica.

- ¿Cómo funciona exactamente un testamento vital?

- Se trata de una declaración de voluntades que cualquier persona mayor de edad puede firmar para expresar cómo quiere ser tratada sanitariamente en el caso de tener una enfermedad irreversible y que no pueda tomar decisiones sobre su propio cuidado médico.

- Usted lo firmó desde el año 2001. ¿Se ha avanzado mucho desde entonces?

- Lo cierto es que no. En Galicia todavía nos hace falta dar un último paso: que el Parlamento Gallego haga efectiva su promesa de crear un registro autonómico en el que figuren todas las personas que tienen testamento vital; algo que también debería hacerse a nivel nacional. Como ya hacen en Aragón o Cataluña.

- ¿Qué persiguen con la aprobación de esta medida?

- Que el deseo de las personas que han firmado esta declaración de voluntades de cómo morir pueda hacerse efectiva si les sucede algo lejos del lugar donde guardan su testamento. Los médicos no se pararán a consultar el registro de todos los hospitales para verificar si una persona tiene un testamento vital.

- ¿Cómo palían actualmente esta carencia?

- Aconsejamos a las personas que han firmado un testamento a que hagan varias copias y se las entreguen a los diferentes especialistas y médicos a los que acuden. Además, les damos una tarjeta que siempre llevan encima en la que se especifica que esa persona ha firmado una declaración de voluntades y en la que figura el teléfono de nuestra asociación para que en el caso de sufrir un accidente lejos de su comunidad, por poner un ejemplo, los médicos nos consulten las condiciones firmadas.