Luis María Uriarte vive sus últimas semanas como vocal del Consejo Fiscal, el órgano del Ministerio Público que asiste en sus funciones al fiscal general del Estado. Tras cuatro años en este puesto, las próximas elecciones para designar a los nuevos miembros supondrán para este fiscal pontevedrés el fin de una experiencia que califica como "agridulce".

–¿Qué balance hace de estos cuatro años como miembro del Consejo Fiscal?

–Podría decir que agridulce. Por un lado ha sido una experiencia magnífica, porque es una función muy importante para la carrera fiscal que permite conocerla de cerca y participar en la toma de decisiones trascendentales. La parte agria es que me ha tocado una época en la que el fiscal general del Estado [Cándido Conde-Pumpido] llevó una política de nombramientos con la que no estoy de acuerdo.

–¿El motivo?

–Porque no siguió en muchos casos el criterio mayoritario del Consejo Fiscal, lo que supone quitarle valor. Sus nombramientos fueron en cierto modo sectarios, porque hay una asociación de fiscales que tiene un 10% de fiscales asociados [en referencia a la Unión Progresista de Fiscales] y más del 30% de los nombramientos realizados por el fiscal general pertenecen a ella. Una de las funciones del Consejo Fiscal es la de informar en materia de nombramientos, para lo cual tiene que valorarse el mérito y la capacidad. Y tratamos de votar conforme a estos criterios independientemente de la ideología política o el hecho de que pertenezca a una asociación u otra.

–¿Algún ejemplo concreto?

–Uno de los nombramientos que más nos desoló fue el del fiscal jefe del Tribunal Constitucional. Eduardo Torres-Dulce, uno de los fiscales más respetados por su trayectoria profesional, pidió la plaza, contando con un apoyo mayoritario del Consejo. Y finalmente se nombró a otro fiscal de la UPF.

–¿Estos desacuerdos son los que no le animan a seguir en el Consejo Fiscal?

–No. Hay una razón fundamental, y es que el Estatuto Orgánico no permite dos mandatos seguidos. Y aunque pudiera seguir como vocal no lo haría porque ya aporté lo que pude. Estoy satisfecho con mi trabajo, pero no es bueno perpetuarse en cargos electos.

–¿Qué proyectos en los que ha participado le han reportado una mayor satisfacción?

–Uno de los que destacaría es la reforma del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, del que creo que se podría sacar mucho más. Es la norma básica y yo participé en su diseño de algún modo. También resaltaría la nueva estructura del despliegue territorial del Ministerio Fiscal.

–Sus compañeros en la provincia le habrán planteado sus inquietudes...

– Una de las funciones que hemos intentado desempeñar como vocales fue la de llevar la voz de la carrera fiscal al fiscal general del Estado y, a través de él, al Ministerio de Justicia. Por tanto, recogí las necesidades que me planteaban los fiscales de Pontevedra y, al mismo tiempo, les trataba de informar de lo que hacíamos. En este despliegue territorial se creó la nueva estructura de la Fiscalía de Pontevedra, que supuso, por ejemplo, la creación de la Fiscalía de área de Vigo, que es de las más importantes de España. Transmití esa necesidad, aunque evidentemente ya se había tenido en consideración. Trasladé también otras necesidades y, en general, la mayoría fueron escuchadas. Asimismo, recogí demandas de compañeros de toda España.