La carrera musical va unida a la constancia y a la disciplina, pero también al dolor físico. Un investigador de la Universidad de Vigo revela que la mayoría de los alumnos de conservatorio, sobre todo los instrumentistas de cuerda, percusión y piano, conviven con trastornos músculo-esqueléticos, sobre todo en el tronco superior, y recomienda la mejora de sus hábitos de prevención y la puesta en marcha de un programa de actividad física y salud.

Jorge Viaño, profesor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Pontevedra, demuestra cómo sus problemas "interfieren en la interpretación", por lo que la elaboración de planes específicos redundaría en un mayor virtuosismo.

El estudio de los factores de riesgo y la influencia preventiva de la práctica de la actividad física en este ámbito educativo es un campo apenas explorado en nuestro país. Viaño entrevistó a 145 alumnos de grado medio y superior del Conservatorio de Vigo y del Manuel Quiroga de Pontevedra con edades comprendidas entre los 12 y los 28 años. Los instrumentistas de cuerda frotada (violín, viola, violonchelo y contrabajo), pellizcada (guitarra) y teclado (piano) respondieron a cuestiones relacionadas con su salud, la actividad física y la musical.

Una de los resultados que forman parte de su tesis doctoral es que a más edad se registra una mayor interferencia de las molestias en la técnica del alumno, su cronicidad y el número de zonas donde las sufren. "Lo que no quiere decir que la presencia del dolor sea menor entre los más pequeños. La prevalencia es igual en grado medio y superior", aclara Viaño.

El mayor índice de masa corporal de los instrumentistas influye en la presencia e intensidad de los trastornos músculo-esqueléticos, sobre todo, en el caso de los estudiantes de violonchelo. Otro factor relacionado con la salud, el hábito de fumar, se relaciona con un número mayor de áreas corporales afectadas.

Siete de cada diez alumnos tienen una condición física media, pero sólo el 6,2% alcanza el mejor nivel. El estudio de Viaño demuestra que el alumnado que no practica actividades físicas o deporte en su tiempo libre tiene un riesgo cinco veces mayor de sufrir problemas que los que sí lo hacen. "Y en caso de las mujeres es nueve veces mayor", añade.

Estos buenos hábitos podrían tener una función preventiva. Sin embargo, la investigación demuestra que no son tan eficaces en el caso de los estudiantes de conservatorio porque les dedican menos de tres días por semana. "Tienen muchísimos ensayos, pero aun así nos sorprendió que la frecuencia es similar a la media de la población gallega", comenta Viaño.

En cuanto a los factores relacionados con la actividad musical, en la presencia e intensidad del dolor sólo influyen el tipo de instrumento –sobre todo, cuerda, percusión y piano– y el grado de motivación. "A partir de los doce años los alumnos ensayan más de veintidós horas semanales, pero los más motivados acostumbran a sobrepasar los límites", apunta el investigador.

El estudio no detectó que los hábitos preventivos cumpliesen su función. En la mayoría de los casos, los calentamientos se refieren a la técnica musical en lugar de preparar a los alumnos para afrontar las intensidad y las habilidades que necesitan. Quienes más los llevan a cabo son los que tienen más problemas y, en el caso de los descansos, sólo se realizan cuando aparece "el cansancio físico y psicológico o el dolor".