Los aromas afrutados del tinto se mezclan con el sabor fuerte del queso, mientras un simple pedazo de pan pone el punto sobrio a dos gustos embriagadores. Cada giro de cabeza es fragancia, presencia, actitud. El hotel Pazo Los Escudos se convirtió ayer en una vitrina expositora de productos con denominación de origen de auténtico lujo. La distribuidora y comercial Pilar Fernández organizó un encuentro de gastronómico en el que destacaban las bodegas artesanales preocupadas por mantener la sabia tradición de ocuparse personalmente por cada detalle.

Aunque el vino era el producto principal, queso, embutido, aceites y licores completaban un puzzle de manjares con prestigio nacional e internacional.

Se percibían las diferencias en los diseños: clásicas etiquetas en tonos que oscilaban en la escala Munsell, a atrevidos círculos de colores en relieve. Y es que la imagen lo es todo. "Hoy en día ya puedes tener el mejor vino que si no tienes una buena etiqueta, o eres un vegas sicilia, o no te comes un rosco", expresaba Ramón Ramos, de la bodega que lleva su nombre. Entre las casas participantes destacaron nombres como la burgalesa Bodega S. Arroyo, S.L., que considera la obtención de su preciado ribera del duero una "auténtica pasión", y la riojana del Medievo, con su producción limitada en su variada oferta de vinos de gama media-alta.

El ribeira sacra Pombares de la Adega do Mollón S.L., en Nogueiras de Ramuín y el mencía Lagar do Caxan de la Bodega Silva Broco fueron otros de los caldos que se expusieron en la sala del hotel, acompañados de picatostes que permitían apreciar mejor las ya de por sí reconocidas cualidades. Tomada de Castro puso sus mejores albariños para acercar los rías baixas a los paladares y olfatos más exigentes, entre los que se encontraban el Ría de Arosa y el Sílfide.

Los alimentos complementaban la oferta gastronómica y, con el vino, bajaban mucho mejor por el gaznate. Embutidos Ballesteros permitió catar sus mejores jamones en el expositor central, mientras Pilar Fernández acercaba los sabores genuinos de los embutidos de caza elaborados con la mejor carne de jabalí y aderezados con pimienta o finas hierbas, a gusto del consumidor.

El queso de oveja de El zagal de Valdefinjas causó sensación, por su sabor único como por la presencia del propio zagal, Julio Alberto, que se encarga de todo el proceso de obtención del producto lácteo.

Las extremeñas Tortas del Casar, de queso cremoso, eran óptimas para mojar pequeños colines. Por su semejanza a las tortas portuguesas, también son adecuadas para saborearlas con mermelada de higo o dulces de nueces.

El queso de cabra del Alto de los Ibores procede de una fábrica completamente artesanal que prefiere obtenerlo de forma estacional, dependiendo de la producción láctea de sus cabras, antes que echar mano de otra leche. "Valoro mucho eso. La limpieza y que se preocupen de todo lo que rodea a sus alimentos. Da mucha confianza", expresaron Pilar Fernández y la jefa del departamento comercial, Lourdes Bragado.

La bodega Loli Casado, además de su rioja alavés, también trajo un aceite único, en cuanto a sabor y también en propiedades: la variedad Arroniz. Los licores con denominación de origen tampoco podían faltar. Las Adegas D´Altamira exponían el albariño Brandal al lado de sus personales botellas de licor café, aguardiente de orujo y licor de hierbas Ouriño D´Altamira.

Por la sala pasaron autoridades, bodegueros y ciudadanos para interesarse por las propiedades de cada uno de los productos.