Feminista, independiente y siempre insumisa. Tres conceptos con los que podría hacerse un triángulo básico de la personalidad de María Xosé Queizán. Podríamos convertir el triángulo en un cuadrado añadiendo otro ángulo: espíritu de acero. O en un pentágono: siempre ella, de cara, de frente. O hexágono: en profunda soledad. También podríamos dibujar una circunferencia con una palabra que la englobe y tenga mayor significado: pionera. Pero lo cierto es que a la escritora María Xosé Queizán no hay geometría que la defina suficientemente.

Situémonos en el contexto sociológico de sus primeras incursiones en el análisis de lo femenino. Cuando Queizán escribe sus entrevistas sólo a mujeres, en 1958, el sexo femenino estaba en España invisibilizado, subordinado, domesticado, casi indocumentado y reprimido por el franquismo, que sólo le concedía indulgencia y no plenaria en el hogar, en la vida de interiores. Pero ella ya escribía y hacía teatro en Vigo, ya latía en ella una insubordinación contra el orden vigente que la acompañaría siempre. "Non sei porqué pero desde moi nova tiven esa sensibilidade", dice ella.

Estudios en París en esos años 60 en que Europa estaba aún lejos de esa isla-prisión que era España y vuelta en 1963, esa década en que a los españoles les producen risa las películas de José Luis López Vázquez o Alfredo Landa de humor paleofálico sobre las suecas. Se casa por primera y última vez en 1963 y hasta que se separó, en 1974, no escribió nada aunque en 1965 aparece su primera novela, "A orella no buraco", que la crítica incluye en la Nueva Narrativa Galega. "Eu intereseime sempre por sacar á lus o que estaba oculto, discrimiñado, oprimido", dice cuando se le sugiere una mirada atrás esta mujer empeñada siempre en mirar hacia adelante.

Catedrática de Lengua y Literatura Gallega, en los años 70 despunta ya su feminismo, que se filtra sin ella pretenderlo por las líneas de sus libros: "Tolería para unha desmitificación" (1972, cuento), "A muller en Galicia" (1977, ensayo), "A semellanza" (1977, novela), "Eros e Tanatos (1977, cuento), "O tapete de ganchillo" (1977, cuento)..."Eu non fixen literatura feminista senón que son feminista e traslúcese no que escribo", dice Queizán, que declara su feminismo como racionalista, no biologicista. "Non defendo á muller por ser muller senón pola xustiza e a igoaldade. Poderíalo defender calquer hombre".

Lectora empedernida desde su infancia, reconoce que su madre no era una intelectual pero la enseñó a leer a los 4 años y de su padre, que no llegó a conocer porque murió en la guerra (ella piensa que lo mandaron por desafecto a un frente con pocas posibilidades de salir vivo) heredó una biblioteca que nutrió muchos momentos de su niñez y adolescencia . "As escritoras -dice ella- sempre somos afanosas lectoras". Y debió de serlo mucho ella porque su labor como escritora se diversifica en todos los géneros y estilos: novela, cuento, ensayo, teatro y poesía; también es traductora (a Margarita Yourcenair, por ejemplo).

Si es una de las pioneras en la literatura feminista gallega, también lo fue en la organización de las mujeres participando activamente en la fundación de la Asociación Galega da Muller, de la que acabó separándose para fundar la FIGA (Feministas Independentes Galegas) en la que continúa como presidenta. Cuenta ella que no es mujer fácil para aceptar una disciplina de partido. "A miña militancia nacionalista durou pouco. Decatáronse antes que eu de que non tiña capacidade para aceptar a disciplina ideolóxixa e invitáronme a marchar da UPG. Non é porque sempre teña ganas de ir á contra senón porque eu son unha insumisa por natureza. Para mín é tan importante decir o que penso que non podo aguantar dentro dun esquema de partido. Dito doutro xeito, non estou capacitada para a sumisión".

El nacimiento en 1983 de la revista A Festa da Palabra Silenciada, que coordina y ya va por el número 25, significó otra labor pionera en la visibilización del trabajo de las mujeres y en el estudio permanente del feminismo. En esa década escribe "recuperemos as mans", "A muller galega no ensino", "Amantia", "O segredo da Pedra Figueira", "Evidencias", las piezas teatrales "Parados" y "Antígona, a forza da sangue"... No sería hasta los 90 en que aparecería su primer poemario, "Metáfora da metáfora", seguido por "Despertar das amantes" y "Fóra de min". Por medio, "Amor de tango", "O solpor da cupletista"... Una literatura que entra en todos los géneros "desde teatro con "A cartuxeira" hasta un guión de cine sobre Prisciliano), no autobiográfica, abierta a otros temas, modos o épocas.