Las previsiones eran malas y acabaron por cumplirse. Vigo afrontó este año una de las peores Semana Santa que se recuerdan en el sector de la hostelería, con una caída de la ocupación hotelera de entre el 15 y el 20 por ciento con respecto al año pasado. Los empresarios aspiraban conseguir un 70 por ciento de ocupación en el último momento, pero el mal tiempo jugó en contra y, finalmente, no se alcanzó este porcentaje, quedándose ligeramente por debajo, en torno a un 65 por ciento.

Si mal fueron las cosas en la ciudad olívica, peor resultó la campaña en el conjunto de la provincia. El presidente de la Federación de Hostelería de Pontevedra, José Manuel Barbosa, sitúa “entre un 45 y un 47 por ciento la ocupación media en toda la provincia”, muy por debajo de lo esperado y con el agravante de que familias enteras de turistas abandonaron los alojamientos el mismo sábado por culpa del mal tiempo”.

“Ha sido una campaña muy mala”, lamenta el portavoz de los hoteleros pontevedreses, quien explica que los resultados de esta última Semana Santa son aún peores en cuanto a volumen de facturación, “que ha bajado en torno a un 40 por ciento, ya que quienes nos visitaron, lo hicieron aprovechando ofertas especiales y a precios muy inferiores a los que corresponden a temporada alta”.

Clima desapacible y crisis han jugado en contra de los empresarios, que trabajan en campañas de promoción y dinamización para dar un vuelco a los malos resultados de este 2009 y mejorar las perspectivas hacia la temporada de verano. “Esperamos que la cosa cambie y estamos trabajando para ello”, explica Jaime Fernández, presidente de la Asociación de Hoteleros de Vigo. Confirma que la ocupación en la ciudad durante los festivos “cayó un 15 por ciento en términos globales, sin distinción en cuanto al nivel de los establecimientos”.

Reconoce que los dueños de los negocios están “preocupados” pero también advierte de que “la crisis es generalizada y afecta por igual a todas las ciudades y sectores”. No sólo los hoteles han visto bajar su actividad, sino el sector hostelero en general. El parón es generalizado y se ha notado este año en zonas tradicionalmente de muchísimo turista como Sanxenxo o Baiona. En ambas localidades se esperaba sortear la crisis gracias al turismo residencial, pero “este año incluso han fallado las familias que tienen aquí vivienda”, lamenta Ezequiel Simóns, portavoz de los empresarios de la zona del Val Miñor. “La ocupación hotelera estuvo entre el 40 y el 50 por ciento, muy por debajo de otros años”, pero más le preocupa el descenso de actividad registrado de forma paralela por los restaurantes y comerciantes, misma situación que se repitió en Sanxenxo, donde “hubo gente que se marchó antes de tiempo”, advierte José Manuel Barbosa.