El control de ruidos de vehículos se complica. La intención de la Policía Local de realizar las mediciones en el centro de la ciudad y a pie de calle con el aparato de última generación que estrenarán a finales de este mes se esfuma. Pese a la precisión del mecanismo, éste necesita un radio de 50 metros libre de sonido ambiente, lo que obligará a los agentes a citar a los conductores en zonas alejadas del casco urbano. El Ifevi y Samil se perfilan como los dos enclaves en los que los vehículos “sospechosos” deberán acudir para pasar la prueba del algodón.

Una veintena de agentes de la patrulla medioambiental ultiman su preparación estos días para manejar el complejo inspector de ruidos. La apuesta del departamento de Tráfico y Seguridad por poner en marcha este aparato e iniciar una campaña intensa contra el “escape libre” de los ciclomotores está patente. Un suboficial de la Policía Local se trasladará esta semana a Valladolid para completar la formación y poner en marcha el aparato a finales de este mes.

Pese a que el mecanismo puede discriminar el ruido ambiente mientras mide el nivel sonoro de los vehículos, la precisión no es total, lo que obligará a los agentes a trasladar a los conductores a alguno de los parkings de la playa de Samil o del Instituto Ferial de Vigo. La idea del concejal de Tráfico y Seguridad, Xulio Calviño, pasa por citarlos días después de que fueran parados por los agentes locales, y no en ese mismo momento.

“Aunque por causas técnicas tenemos que descartar los controles a pie de calle, esto no mermará la efectividad del inspector; de esta forma los conductores incluso tendrán unos días para solucionar el exceso de ruido de su vehículo y pasar la prueba, de lo contrario serán sancionados”, argumenta el edil socialista.

Sanciones

El margen de maniobra con el que contarán los conductores les puede evitar una sanción de entre 600 y 3.000 euros. Además de la multa económica, los agentes podrán retirarles la licencia hasta que solventen el problema y disminuyan el sonido motor de su vehículo.

La labor de los agentes de la Policía Local no variará en relación a hace diez años, cuando se realizaron los últimos controles de ruidos a vehículos. Entonces los conductores debían también trasladarse a otro punto de la ciudad para someterse a la prueba. Generalmente se les citaba en el taller de la Jefatura de la Policía Local, ubicado en el sótano del edificio del Concello; o en la nave de la Inspección Técnica de Vehículos de Peinador. Este control fue esporádico durante los últimos años, y los agentes sólo lo realizaban en casos flagrantes.

Ciclomotores

El inspector de ruidos permite el control de todo tipo de vehículos, aunque el punto de mira de los agentes de la Policía Local durante los primeros meses estará puesto en los casi 20.000 ciclomotores que hay censados en la ciudad con el objetivo de acabar con los tubos de escape trucados que permiten doblar su velocidad y que atronan a los vecinos.

La ingente cantidad de motos de hasta 50 centímetros cúbicos que tienen manipulada la salida de gases está quedando patente con la obligatoriedad desde este año de que pasen la ITV. Las pruebas que se realizaron en Vigo desde principios de año demuestran que siete de cada diez ciclomotores no pasan el examen por tener el tubo de escape trucado. Hasta finales del mes pasado 700 ciclomotores se sometieron a la prueba.