“Me retrasé por ir a recoger el coche nuevo, si no yo estaría dentro, que soy el que abro todos los días”, explicaba ayer Jaime López, propietario del mesón “El Capitán”, que permanece precintado por el juez a la espera de la conclusión de la investigación abierta por la Policía Judicial. Superado el susto inicial, el hostelero aún se pregunta “cómo pudieron salir con vida” sus dos empleadas después de ver el bajo “completamente arrasado” y en el primer piso muebles de madera de cuatro metros “que fueron desplazados como plumas por la onda expansiva”.

La primera inspección de la Concejalía de Urbanismo concluyó que la estructura del inmueble no parece dañada, aunque está pendiente del informe definitivo. En los próximos días la Policía revisará otra vez las instalaciones para intentar determinar el origen de la bolsa de gas que presuntamente explosionó el martes. Por ahora se desconocen las causas exactas del incidente, aunque el propietario explicaba ayer que hay una obra en un edificio próximo en la que se pudo dañar alguna conducción y que otra posibilidad era “una concentración de metano”.

El pasado viernes pidió a Trainasa que le revisaran las cañerías porque daban mal olor. Informó de este hecho al Juzgado de Instrucción 3 que lleva el caso y ayer mismo el hostelero tuvo que depositar en Comisaría los contratos de los trabajadores y el informe que le pasó la empresa tras realizar la inspección.

Mientras la juez no desprecinte el local no pueden entrar los peritos del seguro, que le cubre hasta 198.000 euros entre contenido y maquinaria. Para no perder tiempo, el propietario tiene previsto encargar a un contratista que vaya preparando de inmediato la reforma. Será una obra cuantiosa, teniendo en cuenta que la onda expansiva llegó al tercer piso del edificio, doblando las ventanas de hierro y destrozando el patio interior.

“Esto lleva su tiempo, así que daría por bueno abrir en junio. Pero no me importa el parón, me lo tomo como unas vacaciones”, explica el dueño, “sólo preocupado por las dos heridas” y que ayer recibió la llamada de decenas de compañeros y clientes de toda España. Aún se pregunta con humor “¿dónde estará la lamprea que tenía encargada para cuatro personas?”.

El barrio se reponía ayer del susto. A unos cien metros del mesón y con varios bloques de viviendas por el medio, en la mercería “El cisne” sintieron el estruendo y tembló el suelo. “Salimos corriendo porque pensamos que era una bomba”, explicaba ayer la responsable. A escasos metros, Pilar, de la ferretería Julio Rico, también en la Praza da Almeida, recordaban ayer cómo “retumbó todo el barrio”.