alberto blanco

Carta libre para atronar a lo vecinos. El estruendo de los escapes trucados de muchos vehículos que circulan por la ciudad pasa desapercibido para el Concello desde hace más de diez años. Hace una década que la Policía Local no realiza controles específicos para sancionar a los conductores de coches y motos que incumplen la normativa. "Ahora no se hace nada a no ser que pase delante de una patrulla y el ruido sea muy escandaloso", reconoce Dámaso Pena, presidente del Sindicato Independiente del Concello de Vigo (Sico).

Los ciclomotores son los principales causantes del ruido ensordecedor del tráfico de la ciudad. Circular con el "escape libre" y superar los límites permitidos por la ley acarrea la retirada de la licencia a su propietario hasta que solucione el problema. Esta falta conlleva también una sanción económica. La emisión acústica permitida a cada vehículo varía en función de sus características técnicas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 70 decibelios como valor límite en ciudades como Vigo. "No podemos hacer una radiografía de cómo está la situación ya que no se realizan campañas ni controles específicos para medir el ruido de las motos. En este aspecto están campando a sus anchas. Muchas superan con creces los decibelios permitidos pero no se les sanciona", aseguran agentes de la Policía Local.

La falta de control del departamento de Tráfico contrasta con la advertencia lanzada en julio de este año por el concejal responsable, Xulio Calviño. Desde el Concello se amenazó entonces con multas de hasta 3.000 euros por incumplir la normativa. La adquisición de un "inspector" de ruidos de "última generación" fue presentado como la solución a este mal endémico de la ciudad. El aparato, que iba a empezar a utilizarse ese mismo mes, todavía no se ha estrenado. "Ningún agente ha recibido el curso necesario para poder manejarlo. Nosotros no sabemos nada de esa máquina", asegura Manuel Sánchez, miembro del Comité de Empresa de Concello.

Al parecer, y según apuntan fuentes cercanas a la Policía Local, la Concejalía de Tráfico habría descartado su utilización por la complejidad que supone su manejo. "Se pretendía que las mediciones se realizaran a pie de calle. A parte de la dificultad que tiene esa tarea por el ruido externo, los niveles para la medición dependen de muchos factores como el tipo de vehículo o su cilindrada. Un trabajo bastante difícil de hacer y que exigiría una formación de los agentes", argumentan.

Las mismas fuentes apuntan a que el Concello estaría ahora estudiando una alternativa para poder controlar el nivel de ruido de los vehículos de la ciudad. No obstante -insiste- la utilización del nuevo aparato estaría descartada.

Dámaso Pena considera sin embargo que el "instructor" de ruidos sería la herramienta "perfecta" para realizar estos controles. Además, desconoce cuáles son las causas por las que todavía no se está empleando después de que el edil de Tráfico anunciara hasta dos veces su puesta en marcha -en julio y septiembre-. "O con ese aparato o con nada, pues los mecanismos que tenemos y que apenas se se utilizan desde hace una década, son arcaicos", sentencia.

Medio Ambiente tampoco instaló sonómetros en las calles

Las restricciones contempladas en el mapa de ruidos del Concello todavía tienen difícil aplicación. Los sonómetros que anunció en agosto de este año la concejala de Medio Ambiente, María Jesús Lago, han caído también en el olvido.

La edil socialista presentó la instalación de medidores de ruido en las principales calles de la ciudad. Unos aparatos que aseguró que se adquirirían a la mejor empresa del sector, la marca danesa Brüel & Kjaer, y que valdrían para recoger en tiempo real los sonidos procedentes del tráfico, la industria o las viviendas.