Los vecinos de Joaquín Loriga, O Berbés y Teófilo Llorente ya ven la luz al final del túnel. Sus esperanzas están puestas en marzo del próximo año. La promesa del alcalde de prohibir el botellón en estas tres zonas les sacará del“coma etílico”que padecen desde hace más de una década. El ruido nocturno de los fines de semana pasará a la historia; por la mañana su calle no olerá a orina y tampoco habrá cristales rotos ni vómitos en cada esquina. Los afectados alzaban ayer los brazos. Su“victoria” quedaba patente en una simple frase:“¡por fin podremos dormir tranquilos!”, exclamaban satisfechos. “Llevo seis años viviendo en Joaquín Loriga y me he visto obligado a instalar doble ventanal.

Pero lo que más miedo me da es el coche; es un peligro tenerlo en esta calle durante las noches de los fines de semana. La situación es vergonzosa.Algunos de mis inquilinos apenas duran unos días. Cuando llega el primer fin de semana les entra el miedo. Ya era hora de que lo prohibieran, pero hasta que lo vea no me lo creeré”, decía, incrédulo, Guillermo Vicente,de 75 años.

En el tramo superior de Joaquín Loriga -el más afectado por el botellón- muchas pisos están vacíos.Varios carteles de“se vende” dan buena fe de la dificultad de alquilar una vivienda en la zona. Mª Teresa Álvarez lleva dos años habitando en esta calle. “Cuando vine para aquí no sabía que había este problema. Si lo sé,no compro. ¿La prohibición?, llega con años de retraso, pero más vale tarde que nunca.Ahora espero que lo cumplan”,decía.

La mayoría de los vecinos encuestados se oponen a que el botellón se permita en zonas habitadas. Sin embargo no lo censuran al cien por cien.“Estoy de acuerdo en que se concentre en zonas como la Praza da Estrela. Allí no molestan a nadie. Eso sí, siempre comportándose de forma cívica. Si luego hay menores de edad bebiendo sin control, eso ya es culpa de sus padres”, apuntaba una sexagenaria de la calle Joaquín Loriga que, como la mayoría de los vecinos, prefiere mantenerse en el anonimato por miedo a represalias.

En la plaza de O Berbés la noticia de prohibir el botellón despierta la esperanza de vecinos y comerciantes de que la zona vuelva a recuperar su mejor cara.“ Si por mí fuera lo quitaría mañana mismo. Para qué esperar a marzo. Hace quince años que la situación se volvió insoportable, y no puedo decir que ahora se esté pasando por el peor momento. La medida llega muy tarde.

La zona está destrozada y aún habrá que esperar hasta marzo.A ver cómo lo consiguen”, se pregunta José Ruibal,propietario de un restaurante de O Berbés. Alberto Iglesias, vecino y comerciante de la zona,saca hierro al problema.“Me parece bien que lo prohiban aquí, pero somos pocos vecinos y la molestia es menor a la de otras calles.No obstante pienso que lo del botellón no es más que una moda que se terminará tan rápido como comenzó”,vaticina.

“Lo que tienen que hacer ahora es habilitar lugares para que los jóvenes no comiencen a ir de una calle a otra y el problema se vaya pasando como una pelota. Aplaudo la intención de prohibirlo, pero lo importante ahora es saber cómo”, sentencia Javier Novoa, vecino afectado de Teófilo Llorente.