"No a la privatización", "van a matar a la Universidad pública", "no somos clientes"... Son algunos de los lemas gritados por los estudiantes durante las últimas manifestaciones en la ciudad contra Bolonia. Los paros se han extendido a toda España y los rectores de Barcelona y Madrid ya han solicitado ayuda al ministerio ante el "recrudecimiento" de las protestas. FARO ha organizado un cara a cara entre un estudiante contrario al plan y la vicerrectora responsable de la transformación en la Universidad de Vigo. Ambos coinciden en que ha faltado información, pero difieren en qué se traduciría: mayor rechazo, según él; menos movilizaciones, en opinión de ella.

-Llevamos años hablando de Bolonia, ¿por qué surgen ahora todas estas protestas?

-Estevo Sánchez. En ningún momento las administraciones educativas nos dijeron ésta es toda la información de la que podéis disponer y ahora ya sabéis qué es lo que va a pasar. Llevamos tres años viviendo a base de rumores y ahora, ante la inevitabilidad del cambio, es cuando somos conscientes de lo que va a suponer o de lo que creemos que va a pasar con Bolonia, porque tampoco hay una postura argumentada para negar lo que opinamos.

-Carmen García. El primer decreto, que no rumores, es de 2003 y las universidades tenemos un recorrido desde entonces. En Vigo llevamos tres años implantando los másters y este curso ha comenzado el grado de Bellas Artes. Desde la parte académica estamos empezando a ir a un buen ritmo y los estudiantes están empezando a ver estas cosas por primera vez. Hay una reacción en muchos casos exagerada y en otros justificada puesto que la información no fluyó suficientemente bien.

-Una de las quejas del estudiantado son los precios de los másters, que contribuirán a una elitización de la Universidad.

-C.G. Según el decreto de tasas de la Xunta, el máster experimental costará unos 1.700 euros por curso y el que no tiene este perfil no llegará a 1.200 euros.

-E.S. Doblan las matrículas que estamos pagando ahora por las carreras y no me parecen accesibles para un estudiante medio. Tendría que aumentar extraordinariamente el número de becas, porque el máster es el que te va a habilitar para trabajar. Del grado se sale con una formación genérica que te permite, en el mejor de los casos, acceder a un trabajo básico.

-C.G. Con el grado puedes opositar a función pública, tipo A, o trabajar de biólogo, químico o economista. Ahora mismo ya pasa que cuando uno empieza a trabajar necesita una especialización. El máster es formación continua a lo largo de la vida, no una continuación inmediata de los estudios. En cuanto a las ayudas, estoy con vosotros, deberían ser mucha más. En estos momentos hay 88 becas de la Xunta de 7.200 euros y cada universidad prepara las suyas, pero decir que van a desaparecer es incierto y tampoco habrá que devolverlas. Los préstamos-renta son un instrumento diferente, no requieren avales y son reembolsables en veinte años.

-E.S. Pero los que quieran trabajar, como hacemos muchos, para pagarse la carrera también lo tendrán difícil porque Bolonia requiere horas en clase y en casa. Se puede hacer un curso parcial, sí, pero entonces te pasas ocho años estudiando.

-C.G. El promedio es un máximo de siete horas al día. Por primera vez se mide el tiempo que al alumno le lleva adquirir unos conocimientos y no cuántas horas debe estar en el aula. Compatibilizar esto con un trabajo puede ser complicado, pero considero positivo que por primera vez se considere que un alumno estudie a tiempo parcial por temas económicos o familiares.

-El movimiento antiBolonia alerta de la privatización.

-C.G. Uno de los objetivos primordiales de la Universidad es que nuestros alumnos encuentren un empleo, por tanto los planes de estudio deben estar bien conectados con las realidades socioeconómicas. Una oferta amplia de prácticas en empresas durante el grado es importante. Y en el caso de los másters, también queremos que participen instituciones y empresas con aportaciones económicas para becas, prácticas o profesorado. Eso no es mercantilización, es una negociación.

-E.S. En ningún caso la universidad pública debería estar financiada, de la forma que sea, por una empresa privada porque a largo plazo acabará impulsando a los centros a modificar sus planes de estudio hacia sus intereses. Es una amenaza.

-C.G. Ese riesgo es altísimamente improbable. Nuestro modelo es el de una universidad pública, con fondos mayoritariamente públicos y que tiene que estar con todos. Ni en el hipotético caso de tener recursos públicos suficientes habría que renunciar a colaborar con la empresa. Es nuestra misión.

-¿Están los profesores y las aulas listas para el cambio?

-E.S. Faltan medios. En mi facultad se necesitarían 200 profesores para tener el ratio recomendado por alumno y sólo tenemos un sala para hacer trabajos en equipo. La conselleira promete un presupuesto del 1,5% del PIB en 2015, pero tiene que llegar ya. Los profesores llevan diez o veinte años dando clases magistrales y algunos se niegan a cambiar.

-C.G. Se podrán negar de café, pero hay medidas administrativas que se pueden poner en marcha si lo hacen. Es verdad que la financiación no es suficiente, pero estamos transformando los espacios de todos los centros con los recursos que tenemos.