Se llama Inés (en griego "pura"), pesó 2,8 kilogramos al nacer el pasado 9 de agosto a mediodía y es una niña "sana y despierta" como cualquier bebé normal. Ahora tiene tres meses y estornuda ante la prensa como cualquier bebé normal con catarro, que se sorprende por la presencia de focos y cámaras. Pero Inés, hija de Elena Gallego de 37 años y César Sigüenza, de 42, también es hija de la ciencia. Por eso acapara las miradas.

Aunque esta pequeña ourensana aún no lo sepa, es la primera gallega que nace por medio de óvulos vitrificados, una novedosa técnica seguida en la clínica IVI_(Instituto Valenciado de Infertilidad) de Vigo. Se diferencia de la congelación tradicional de óvulos en que no se forma hielo, que lesiona la célula "al actuar como cuchillas", según el director de la clínica, Elkin Muñoz, y se hace con una inmersión del óvulo en nitrógeno líquido a menos 196 grados. Así podrían aguantar hasta diez años. En el caso de este bebé se da la circunstancia, además, de que es el primero del mundo con dos "vitrificaciones": Es el resultado de una vitrificación de óvulo, de un diagnóstico pre-implantacional (para saber si el embrión es normal desde el punto de vista genético antes de ser implantado en el útero) y de la vitrificación del embrión. Este método elimina la estimulación hormonal y permite ovocitos de mayor calidad.

Y también es el final de un camino "con dificultades y obstáculos", que duró dos años para sus padres biológicos. Para los científicos, el primer bebé salido de "ovocitos vitrificados" nació en Japón en 2002, en Estados Unidos en 2003 y en Europa, España fue el primer país que trajo al mundo uno en 2007. Aunque el caso de la pequeña Inés, los padres recurrieron a la técnica por un problema de fertilidad, los médicos lo ofrecen como posibilidad para retrasar la maternidad, cuando hay riesgo de perderla por la edad o por tratamientos agresivos como los oncológicos.

Para Elena y César, la técnica fue la culminación de anteriores tratamientos de inseminación artificial y fecundación in vitro fallidos: "Es duro hacerlo, pero yo tenía claro que si no seguía, no lo iba a conseguir", explica Elena Gallego, que aún se emociona al recordar el momento en que recibió la noticia de su embarazo. "Cuando lo sabes... dices ¡por fin!, Es mucha alegría", llora. "Te dicen que estás embarazada pero no lo notas, hasta que ves la ecografía y, entonces, te lo crees".

El padre también está encantado: "Sí, repetiríamos", asegura. "Una doble de ésta", bromea, aunque reconoce que para él "fue más llevadero". Y, sin proponérselo, dan consejos. Ella "no tirar la toalla", dice. Él, que "tienes que creer, lo que en un año no tiene solución, al siguiente sí. El dinero, dicen, "no es lo importante", porque "más caro es un piso". La vitrificación vale unos 2000 o 2.500 euros, matiza el doctor, Elkin Muñoz, mientras que la fecundación in vitro, asciende a los 6.000 euros.